“Podemos encontrar a Cristo resucitado en los rostros de nuestro hermanos”
Papa Francisco: “Podemos encontrar a Cristo resucitado en los rostros de nuestro hermanos”
Hoy domingo celebramos el gran acontecimiento de la resurrección del Señor acaecida entre el sábado Santo y el Domingo de Gloria
La Pascua (judía), la cebada, la resistencia, la liberación y el carácter sagrado de la tierra
La Pascua es primero una fiesta del pueblo judío. El pésaj (pasar o saltar) era una fiesta agrícola en los tiempos primitivos derivada de varios ritos: el de la inmolación del cordero por los pastores, el de los panes ázimos (hechos con los elementos originales, sin modificación o corrupción alguna), el rito de la primavera cuando comienza la estación y se ofrendan a Dios los primeros frutos de las cosechas (cebada). También deriva del éxodo del pueblo judío conducido por Moisés (paso o salto a la libertad) del desierto de Sinaí, vía cruce del Jordán a la tierra prometida, donde tendrían el don de la tierra que cobra un carácter sagrado (techo, trabajo y alimento), exiliándose de la esclavitud, la injusticia y la pobreza y de la alianza con Yahweh o YHWH el Dios de Abrahán, Isaac y de Jacob por el que Israel es el elegido y estandarte del “amor al prójimo”. Estos rituales se fusionan constituyendo la Pascua judía sin cuya comprensión no se entiende la Pascua de Jesús.
La Pascua de Jesús, el Cordero en la Cruz y la Salvación
Jesucristo celebraba junto a su familia el pésaj (pasar). Los judíos esperaban la llegada de un mesías liberador en una noche de pascua en Jerusalén. En aquel año Jesús llega en un burro, la multitud lo recibe con ofrendas de ramos de olivos -símbolo de gloria-. Al día siguiente Jesús y sus doce discípulos participan de una cena (la Última cena) festejando el pésaj, donde Él les anticipa que está muy próxima su muerte.
Jesús se identifica con el Cordero pascual que, sacrificado, está dispuesto a cargar con los pecados de la multitud y les anuncia su paso de este mundo al Padre (Jn 13, 1). Les lava los pies y al día siguiente -viernes -es condenado a cargar los maderos hasta la cima del Calvario, será crucificado, depositado su cuerpo en el Sepulcro. Y -como también lo había anunciado -resucitará, proceso en el que participan el Padre, el Hijo y el Espíritu.
Hoy domingo celebramos el gran acontecimiento de la resurrección del Señor acaecida entre el sábado Santo y el Domingo de Gloria.
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