Pedagogía de la empatía

Pacto ciudadano por la vida, la reconciliación y la paz: apuntes para una espiritualidad

Luis José Rueda Aparicio

Arzobispo de Bogotá 


Pedagogía de la empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de ver la vida a través de sus ojos y de sentir lo que la otra persona está sintiendo; en Lc 10, 25-37 encontramos las dos actitudes del ser frente al dolor del hombre asaltado y malherido a un costado del camino que une Jerusalén y Jericó: negarlo, mirar para otro lado, endurecer el corazón, ser indiferente (sacerdote y levita), o acercarse al caído, conmoverse, lavar sus heridas, cargarlo y comprometerse con su suerte poniéndolo a salvo (samaritano).

 

Este último se permitió “ver” al otro herido y caído, aceptó el encuentro con él, supo leer cómo –sin mediar palabra– desde su necesidad lo interpelaba, sintió misericordia, vivió en todo su ser, en su alma y en su cuerpo un sentimiento de solidaridad amorosa y conmovida; y a partir de esa “emoción fuerte” que lo envolvió con

pasión, se volcó a ayudarlo misericordiosamente, anteponiendo al otro a él mismo, a la propia conveniencia de sus asuntos.


Tener empatía entonces implica comprender la ley universal de la unidad: “todos somos uno”. 


Todos estamos relacionados unos con otros. Cuando somos capaces de sentirnos parte de la otra persona, somos capaces de comprenderla. De la comprensión nace el respeto y del respeto el amor. 

Si la empatía es la antesala del amor, también

es el antídoto contra el odio. Sin empatía no nos ponemos en el lugar del otro, no podemos comprenderlo; y si no hay comprensión es más difícil respetarlo; y cuando hay falta de respeto puede nacer el odio, que daña toda nuestra vida.


La empatía nos hace ver nuestros propios errores. Muchas veces somos lo que criticamos o no soportamos de los demás. “…el que esté libre de pecado… que tire la primera piedra”. 


Es la base de la tolerancia y del perdón. Desde la tolerancia perdonar es más fácil. Es el camino hacia la compasión. Cuando se es empático se sienten como propios los sentimientos y las emociones de las demás, los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias.


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