TEOLOGÍA Y REVOLUCIÓN ÉTICA, Carlos Gurmendez El Pais 15/03/1978

Carlos Gurméndez en el País 

Después de su obra Elogio de la encina, impresionante testimonio de la teología de la esperanza atemperada por la fe, González de Cardedal, el eminente teólogo, en este último libro se ocupa de las difíciles y problemáticas relaciones entre la religión y la ética. Comienza por situarnos en la realidad española: la posesión de la verdad absoluta de la religión católica garantizaba, por sí misma, la más completa moralidad. Claro está, se observaban desviaciones morales, que se atribuían a flaquezas de la condición humana. Pero he aquí que se descubre con sorpresa que hay varones de ejemplar conducta, casi santos laicos, como Giner de los Ríos, Castillejo y otros venerables maestros de la Institución Libre de Enseñanza, que no son espíritus religiosos. Más tarde, bajo un sólido dogmatismo religioso durante el franquismo, nos señala González de Cardedal, se lleva a cabo la más completa obra de desmoralización colectiva que ha sufrido el pueblo español. Por esta razón es necesario deslindar la esfera de la religión de la ética.Lo específicamente religioso, según el autor, es un acto existencial y concreto, un situarse frente a Dios o, como decía Buber, un diálogo entre el Yo y el Tú. Afirma, pues, como indudable la previa presencia divina en nosotros, aunque recatada e invisible. En consecuencia, Dios no es la Ausencia que añoramos, ni tampoco es el Futuro, como afirma Rahner. Dios es una realidad viva y actuante como Misterio. Por el contrario, la actitud ética se basa en la obediencia al deber de la conciencia. Etico somos cuando cumplimos y nos dirigimos hacia el Bien. Ambas esferas son distintas, ¿cómo se relacionan entre ellas?

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