Un año de 'Fratelli Tutti',


Noticia de la COPE

 Hace justo un año, el 3 de octubre de 2020, el Papa Francisco decidió salir del Vaticano para visitar Asís. Lo hacía con un pretexto bien claro, la firma de su tercera encíclica “Fratelli Tutti”, dedicada al tema de la hermandad y la amistad social. Un ejercicio de fraternidad abierta a todos para que se pueda construir un mundo nuevo tras los efectos de la pandemia de la covid-19.

El Santo Padre se dirigió hasta el municipio italiano donde nació San Francisco y fundó la orden de los franciscanos, para proceder a la firma de su tercera Encíclica. Fue el primer viaje de Francisco fuera de Roma desde que comenzó la pandemia. Un viaje que dejó imágenes para la historia. A ello se sumaba un segundo hito muy importante: fue la primera vez en 206 años que el sucesor de Pedro firmaba una Encíclica fuera del Vaticano.

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La 'Encíclica social', aspiración a la fraternidad y la amistad 

Durante la Santa Misa, el Papa prefirió rezar en silencio en lugar de pronunciar una homilía ante la tumba del Santo de Asís. ¿A qué nos invitaba el Papa en esta tercera Encíclica? Definió este documento como una 'Encíclica social' que promovía una aspiración a la fraternidad y la amistad social en un contexto mundial marcado por la globalización. Fraternidad y amistad social como los caminos indicados para construir un mundo mejor, más justo y pacífico, con el compromiso de todos: las personas, las instituciones, el mundo económico, las organizaciones internacionales, la sociedad civil.

La Encíclica está en continuidad con la 'Laudato sí' del año 2015, en que el Papa – después de denunciar los males que afligen a la casa común también a causa del hombre – propone la ecología integral como instrumento de amor y respeto a todos y a la creación.

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"Poner en el centro la dignidad de cada ser humano"

El tema de la fraternidad, central en esta Encíclica, debe, según el Santo Padre, promoverse con hechos, no solo con palabras: “Hechos que se concreten en una mejor política, aquella que no está sujeta a los intereses de las finanzas, sino al servicio del bien común, capaz de poner en el centro la dignidad de cada ser humano y asegurar el trabajo a todos, para que cada uno pueda desarrollar sus propias capacidades”.

En su tercera Encíclica, el Santo Padre apostó por la búsqueda de vías para eliminar de manera definitiva el hambre y la trata, pero rehuyó de los populismos. Para ello pidió promover la paz y la reconciliación entre todos a través del diálogo y con ausencia de guerras. Mostró su rechazo a la pena de muerte, que calificó de “inadmisible, porque siempre será un crimen matar a un hombre”. Frente a los crímenes, Francisco llamó al perdón, lo cual “no significa olvidar ni renunciar a defender los propios derechos para salvaguardar la propia dignidad, un don de Dios”.

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