PREHISTORIA DE LA ORDEN FRANCISCANA SEGLAR EN LA EDAD MEDIA

Fray Guillermo Lancaster Jones Campero, Ofm Análisis Histórico Crítico de la orden Franciscana Seglar, en Espiritu y Vida. Teología y espiritualidad franciscana  2016.


PREHISTORIA DE LA ORDEN FRANCISCANA SEGLAR 

En la Edad Media, lo usual era que el pecador podía ser perdonado si se confesaba, generalmente con el Obispo o con su representante. Sin embargo no hay certeza sobre el hecho de que dicha confesión tuviera que ser hecha públicamente en todos los casos, por lo que se conoce actualmente, esto sucedía únicamente en el caso de los pecadores públicos, tales como los adúlteros; los apóstatas y los criminales. 

Lo que sí sabemos por cierto, es que el pecador público tenía que hacer su penitencia públicamente. Cuando el pecador se confesaba ante el Obispo, le era dado, como símbolo penitencial un sayal que lo identificaba como tal. 

Estas penitencias podían durar por varios años, y las consecuencias eran que se les excluía de las celebraciones eucarísticas, se les obligaba a orar, a ayunar, a dar limosnas, o en caso de no poderlo hacer, a ayudar a los pobres de alguna forma. 

Si el pecador era casado, le era prohibido ejercer su matrimonio, debía guardar la castidad durante el tiempo de su penitencia; además, no podían entrar a los teatros, tabernas o a la milicia. 

Como podemos apreciar, era una forma de vida completamente organizada: tenían su propia ropa, vida de oración y prácticas penitenciales. Una vez que su penitencia había terminado, eran reconciliados con la comunidad. Generalmente, la reconciliación se llevaba a cabo el jueves santo.

Sin embargo, había algunos que habiendo terminado su penitencia, continuaban viviendo la misma forma de vida y, más aún, algunos que no eran pecadores públicos se sintieron atraídos a abrazarla. Con el tiempo, algunos se unieron para darse mutuo apoyo e hicieron un voto de vivir la forma de vida penitencial.

Con el tiempo, estos grupos de mutuo apoyo evolucionaron y configuraron como elementos propios la primacía del Evangelio, la vida apostólica, la práctica de la pobreza y la vida de conversión, dándole a esta configuración un tono apocalíptico. 

En este tiempo, la vivencia del Evangelio, era, pues, reducida a vivir en pobreza, vivir el Evangelio era no usar zapatos ni llevar algo para el camino, etc., sólo pequeños detalles.

La vida apostólica llevó a una profundización en el estudio de las Sagradas Escrituras. Sin embargo esta predicación llegó a ser un problema para la Iglesia, pues a todos les era permitido amonestar moralmente a sus semejantes para una vivencia más pura del Evangelio, desgraciadamente, estos grupos entendieron el mandato de ir y predicar el Evangelio de forma doctrinal, lo cual unido a la gran incultura del tiempo, provocó serias herejías y desunión dentro de la Iglesia. 

Va a ser hasta el cuarto Concilio de Letrán cuando la Sede Romana pide que se estudie la teología y sean examinados los candidatos para el oficio de la predicación. 

Estos grupos de herejes se expandieron rápidamente por Europa. Algunos de estos grupos fueron importantes.

 Uno de los grupos más importantes fue el de los humillados, compuesto por comerciantes en telas, sentían una especial preferencia por la vida de pobreza, vinieron a caer en problemas, cuando decidieron que las únicas personas dignas de proclamar el Evangelio, eran aquellas que lo vivían, y como ya hemos dicho, la vivencia del Evangelio era vivir en pobreza. Esto fue sentido por la Curia Romana como un atentado contra la jerarquía de la Iglesia, pues como es sabido, la jerarquía en general, era bastante rica, compuesta de nobles y personas educadas. Sentían además una fuerte aversión a los legalismos, pues a su forma de entender, el evangelio debía ser la única norma para regular su vida. .....

Quizás el grupo que causó más problemas de tipo ideológico fue el de los Cátaros. Este era un grupo nacido en la ciudad de Albi Francia, en donde la guerra entre los señores feudales afectó seriamente a la población campesina, dejándolos casi en la miseria. Poco a poco se fue configurando un movimiento que atacaba principalmente la riqueza y la ostentación que denotaban los hombres de Iglesia.

La principal razón de la condenación de este grupo, fue la práctica de un dualismo teológico, en el que separaban lo espiritual como bueno y lo material como malo. Lo erróneo era que con esto se negaba la Encarnación de Jesucristo, que para ellos era un ángel con mera apariencia humana.

Las primeras reacciones contra el catarismo aparecen dentro del mismo ambiente laico. Grupos de posición ortodoxa se opusieron, aunque poco después estos mismos grupos cayeron también en la herejía. 

Uno de estos grupos fue el de los Valdenses, fundado por Pedro Valdo en 1173. Este grupo estaba integrado por comerciantes de la ciudad de Lyón y se dedicaban al trabajo manual. Nace con la intención de defender a la Iglesia católica contra los cátaros, pero muy pronto rechazaron el sacerdocio, la jerarquía y las prácticas simoníacas de ésta. Al poco tiempo cayeron también en la tentación de adoptar sus propias ideas y afirmaron que el hombre se salva por sus propias acciones, esto nos lleva por consecuencia lógica, a que los sacramentos son sólo actos litúrgicos, sin ningún beneficio de gracia o de realización de la salvación. Finalmente, rechazaron también el culto a los santos y a la cruz.

En cuanto al tinte apocalíptico, nos encontramos en el tiempo del florecimiento de las ideas del Abad de Calabria, Joaquín de Fiore, que pronosticaba como cercano el fin del mundo y catalogaba a la cabeza de la Iglesia como el gran Anticristo que anunciaría el final de la historia del mundo. Este abad divide la historia en tres etapas que se suceden e interpolan: primeramente, tenemos la época del reinado del Padre, es el tiempo del Antiguo Testamento, cuyos grandes hombres son Elías y Moisés; posteriormente, con Juan el Bautista se unen la época del Padre y la del Hijo. Esta es la época del reinado de Cristo, de su ministerio, muerte y resurrección. Esta se une a la época del Espíritu Santo, la cual ostentará hombres espirituales, uno de los cuales fue San Benito. Por tanto, la verdadera Iglesia es la Iglesia monástica. Esta visión Trinitaria de la historia fue tomada posteriormente por el grupo de los espirituales franciscanos.

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