Testimonios sobre San Francisco

 

Fray Guillermo Lancaster Jones Campero, Ofm Análisis Histórico Crítico de la orden Franciscana Seglar, en Espiritu y Vida. Teología y espiritualidad franciscana  2016.

Tomas de Celano, Vida Primera: 1229.

“No sabía halagar las faltas de algunos y las fustigaba: lejos de alentar la vida de los que vivían en pecado la castigaba con ásperas reprensiones, ya que antes se había convertido a sí mismo viviendo lo que recomendaba con palabras; no temiendo que le corrigieran, o clamaba la verdad con tal aplomo, que hasta hombres doctísimos, ilustres por su fama y dignidad, quedaban admirados de sus sermones, y en su presencia se sentían sobrecogidos de un saludable temor. Corrían hacia él hombres y mujeres: los clérigos y los religiosos acudían presurosamente al siervo de Dios, a todos parecía hombre de otro mundo […] Mucha gente del pueblo, nobles y plebeyos, clérigos y laicos, tocados de divina inspiración se llegaron a San Francisco, deseosos de militar siempre bajo su dirección y magisterio […] a todos daba una norma de vida y señalaba con acierto el camino de salvación” (1Cel 36-37).

Scripta Leonís, Rufini et Angeli Sociourum S. Francisci: 1244. 

“San Francisco vio que el convento de Greccio era pobre y digno, y aunque la gente del pueblo era simple, le simpatizaban más que cualquier otro de la provincia […] Gracias a él y al ejemplo y predicación de los frailes, muchos hombres de la región entraron a la Orden, y muchas mujeres preservaron su virginidad utilizando un sayal, mientras vivían en sus propias casas. Aunque vivían en sus propias casas, tenían una forma de vida común, afligiendo sus vidas con ayunos y oración".

Leyenda de los Tres Compañeros: 1246-47. 

“No empleaba palabras de adulación y rehuía todo halago de expresiones lisonjeras, porque, para poder recibir la verdad con plena confianza, primero se persuadía a sí mismo con las obras de aquello que tenía que persuadir a los demás con la palabra. Y aun los letrados y los doctos quedaban admirados de la fuerza y verdad de sus sermones, que no había aprendido de maestro humano; y muchos comienzan a verlo como hombre de otro mundo. Así comenzaron muchos, nobles y plebeyos, clérigos y seglares impelidos por la inspiración divina, a seguir los pasos del bienaventurado Francisco y, abandonado los cuidados y vanidades del siglo: a vivir el mismo tenor de vida bajo su dirección” (L3C 54). Y posteriormente: “hombres y mujeres casados, a quienes la ley matrimonial impedía separarse, se dedicaban, por saludable consejo de los hermanos, a una vida de austera penitencia en sus mismas casas. De esta manera, por medio del bienaventurado Francisco, devotísimo de la Santa Trinidad, se renueva la Iglesia de Dios a través de tres Ordenes, como quedó significado en la reparación de tres iglesias que llevó a cabo anteriormente. Cada una de estas Ordenes fue confirmada en su momento oportuno por el Sumo Pontífice” (L3C 60).

San Buenaventura, Leyenda Mayor: 1262.

“En efecto, numerosas personas, inflamadas por el fuego de su predicación, se comprometían a las nuevas normas de penitencia, según la forma recibida del varón de Dios. Dicho modo de vida determinó el siervo de Cristo, se llamara Orden de Hermanos de la Penitencia. Pues así como consta que para los que tienden al cielo no hay otro camino ordinario que el de la penitencia, se comprende cuan meritorio sea ante Dios este estado que admite en su seno a los clérigos y seglares, a vírgenes y casados de ambos sexos” (LM IV,6).

Mariano de Florencia, Compendium Chronicorum: 1523

“Francisco vino a Cannara donde predicó con gran fervor y todos querían seguirle. Él les dijo que arreglaría algo para su salvación y pensó en hacer una Tercera Orden”.

Habiéndonos dado cuenta de lo que los autores primitivos nos dicen, podemos, ahora, hacer una sistematización de los elementos encontrados. Lo primero que aparece claramente, es que Francisco fue para los laicos una inspiración, fueron él y los frailes los que encendieron la chispa en esos corazones inquietos, pero como ya hemos dicho anteriormente, el combustible estaba allí, sólo faltaba la chispa para que aquello fuera un incendio. Es importante notar que son varios los relatos que nos hablan de una Via Salutis, es decir, un camino de salvación; en ningún momento se nos ha hablado de una Regla, en el sentido propio y legal del término, es pues, un camino de salvación, una forma de vida, pero no una Regla. Por tanto, para Celano, Francisco es la inspiración y el iniciador del franciscanismo seglar, pero no en un sentido legal. La función de los frailes es claramente descrita en Celano y Bernardo de Bessa: inspirar, predicar, proteger y dar apoyo a la vida cristiana.

Otros autores, comenzando por Julián de Spira y San Buenaventura, hacen una comparación entre las tres Iglesias reparadas por San Francisco y las tres Ordenes por él fundadas. Así pues, ciertamente San Francisco es el fundador de la Orden Franciscana Seglar, pero no en el sentido legal de la Palabra, este título, de acuerdo a los estudiosos, le corresponde, más bien, a Nicolás IV, quien les da una Regla en 1289.


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