24. La canonización de San Francisco (LM 15,7) San Francisco por san Buenaventura y Giotto

24. La canonización de San Francisco (LM 15,7)

https://www.franciscanos.org/buenaventura/buenaventura6.html

Muy pronto, después de su muerte, el bienaventurado varón comenzó a brillar con grandes y numerosos milagros. Así, aquella sublime santidad de Francisco, que mientras vivió en carne mortal se había hecho patente al mundo con ejemplos de una perfecta justicia, convirtiéndolo en guía de virtud, ahora que reinaba con Cristo venía corroborada por el cielo mediante los milagros que realizaba la omnipotencia divina para una absoluta confirmación de la fe.

Los gloriosos milagros que se realizaron en diversas partes del mundo y los abundantes beneficios obtenidos por intercesión de Francisco, encendían a muchos en el amor a Cristo y los movían a venerar al Santo, a quien aclamaban no sólo con el lenguaje de las palabras, sino también con el de las obras. 

De este modo, las maravillas que Dios realizaba mediante su siervo Francisco llegaron a oídos del mismo sumo pontífice Gregorio IX.

En verdad, el pastor de la Iglesia universal, antes cardenal Hugolino, conocía con plena fe y certeza la admirable santidad de Francisco, no sólo por los milagros de que había oído hablar después de su muerte, sino también por todas aquellas pruebas que en vida del Santo había visto con sus propios ojos y palpado con sus manos. Por esto, no abrigaba la menor duda de que hubiera sido ya glorificado por el Señor en el cielo. Así, pues, para proceder en conformidad con Cristo, cuyo vicario era, y guiado por su piadoso afecto a Francisco, se propuso hacerlo célebre en la tierra, como dignísimo que era de toda veneración. 

Mas para ofrecer al orbe entero la indubitable certeza de la glorificación de este varón santísimo, ordenó que los milagros ya conocidos, documentados por escrito y certificados por testigos fidedignos, los examinaran aquellos cardenales que parecían ser menos favorables a la causa.

Discutidos diligentemente dichos milagros y aprobados por todos, teniendo a su favor el unánime consejo y asentimiento de sus hermanos los cardenales y de todos los prelados que entonces se hallaban en la curia, el papa decretó la canonización. Para ello se trasladó personalmente a la ciudad de Asís, y el domingo día 16 de julio del año 1228 de la encarnación del Señor, en medio de unos solemnísimos actos, inscribió al bienaventurado Padre en el catálogo de los santos.

Más tarde, el día 25 de mayo del año del Señor de 1230, con la asistencia de los hermanos que se habían reunido en capítulo general celebrado en Asís, fue trasladado aquel cuerpo, que vivió consagrado al Señor, a la basílica construida en su honor. 


Comentarios

Entradas populares de este blog

Clasificación de valores en Ortega y Gasset

diferencia entre Sinodo y Concilio

Diferencias y semejanzas entre el Bautismo de Juan Bautista y Jesús