La Tau en tiempos de San Francisco

 La tradición de la «tau» en tiempo de san Francisco

En esta devoción Francisco estuvo más influido por la tradición contemporánea que por la Sagrada Escritura.

 El simbolismo de la tau estaba de moda en su tiempo. Durante la inauguración del Concilio IV de Letrán (1215), el papa Inocencio III predicó sobre Ezequiel 9 y llamó a todos los cristianos a hacer penitencia bajo el signo de la tau, signo de conversión y señal de la cruz.

Los antonianos, que se dedicaban sobre todo a la atención de los contagiados por la peste, llevaban en el hábito la cruz antoniana, en forma de tau.

Como posibles fuentes pictóricas de la veneración de la tau hay que tener en cuenta sobre todo las ilustraciones de libros, especialmente las pinturas del canon. 

Se llama «pintura del canon» la página del misal en la que estaba pintado y adornado con una cruz el principio del canon latino: «Te igitur, clementissime Pater...» La «T» del «Te igitur» se convirtió con frecuencia en una cruz grande y polícroma, cuyo madero vertical se unía con el travesaño al igual que la «T» mayúscula, o subía hasta más arriba formando una cruz latina. Este segundo caso podemos verlo en el misal de San Nicolás, que Francisco, Bernardo y Pedro Cattani consultaron por tres veces, deseosos de conocer lo que Dios quería de ellos (cf. TC 28-29).


La «tau» trazada por Francisco

La taw hebrea, o la tau griega, estaban por tanto de moda. Para Francisco era, igual que la cruz, el signo de la salvación y de la redención. 

Y así como la salvación se llevó a cabo mediante la cruz, con sufrimientos y dolores, así también el discípulo de Jesús está llamado a seguir el camino de la cruz. De acuerdo con la llamada del Papa al inicio del Concilio, la tau fue para Francisco un signo especial de renovación y penitencia, que empleó en distintas circunstancias. «La señal de la tau le era preferida sobre toda otra señal; con ella sellaba las cartas y marcaba las paredes de las pequeñas celdas» (3 Cel 3).

Quien visite Fonte Colombo, el «Sinaí franciscano», podrá observar en la capilla de la Magdalena, a la izquierda del altar, una tau pintada en rojo en el intradós de la ventana. Con buenas razones, la tradición atribuye esta pintura a san Francisco. La terminación gruesa de los extremos del travesaño es una muestra de cómo se escribía a principios del siglo XIII. La tau tiene en ese lugar un significado muy apropiado, pues está indicando que Magdalena es la penitente.

Las taus iniciales de las «pinturas del canon» nos hablan claramente de la vinculación de la obra de la redención con la eucaristía. 

De esta vinculación, así como de la reforma eucarística deseada por Francisco, nos habla también la tau colocada por él como firma de la primera Carta a los Clérigos, que puede verse en el Misal de Subíaco. Por ello las ediciones de los escritos de Francisco deberían reproducir la tau al final de la 1CtaCle, como hacen al reproducir la BenL.

Esa manera de actuar de Francisco en las dos ocasiones citadas no es nada extraordinario; ya había actuado así antes. La tau es un signo preferido desde antes de dedicarle el pergamino a fray León. Precisamente por ello puede fray León entender la tau en el sentido en que la entiende Francisco y tener en gran estima, como un autógrafo, el pergamino que contiene la bendición. Lleva la letra manuscrita e inconfundible de Francisco.

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