Mundo musulman en el siglo XIII
Copiado de https://www.aacademica.org/jorge.rigueiro.garcia/22.pdf pag 220-221
El mundo musulmán sufrió en el siglo XIII una nueva disolución, por la cual la Umma quedó dividida en dos bloques que mantenían cierta unidad interna: el islam occidental y el islam oriental.
En el Occidente islámico, se produjo la desaparición del Imperio almohade tras la derrota sufrida en Las Navas de Tolosa (1212) frente a los ejércitos hispanocristianos. En su lugar, vieron la luz diferentes reinos reducidos y autónomos entre sí, pero con un alto control hispanocristiano y beréber: los llamados reinos de taifas, de existencia algo precaria y que más tarde acabarían por desaparecer en forma definitiva, con la caída de Granada en 1492.
En la zona oriental, el califato abbasí de Bagdad quedó destruido por completo tras la invasión de los mongoles en 1258, con lo que se produjo la fragmentación del poder Seldjúcida que estaba al servicio del califa.
En su lugar se construyó una multiplicidad de principados o emiratos turcos principalmente en casi toda Asia Menor, que a su vez ejercieron presión sobre la frontera oriental del Imperio bizantino.
De todos estos comenzó a destacarse por su rápido progreso en la región, el emirato formado en torno a Bitinia por el emir Osmán, lo que le permitirá tener un protagonismo político más profundo a partir del siglo XIV en adelante.
Dentro del Imperio bizantino, quedaron en el pasado las viejas glorias de la Roma oriental bajo emperadores conquistadores y reformadores. En su lugar, ya entrado el siglo XIII, sólo había vestigios de aquel gran Imperio de los tiempos justinianeos y será para Bizancio el comienzo de una larga agonía que llevará a su definitiva caída en 1453.
En el siglo precedente las querellas políticas dentro de la dinastía Ángel minaron la autoridad imperial y el prestigio del Imperio puertas afuera, al punto tal que permitieron que Occidente tomase partido en estas querellas.
En 1204 un ejército cruzado no sólo se decidió a apoyar a un miembro de la familia imperial, sino que también tomó y saqueó la ciudad de Constantinopla por razones políticas y económicas.
Hecho que dio origen por un lado, a la formación de un Imperio latino con sede en la antigua capital imperial y por otro, al domino comercial y control de todo el Mediterráneo oriental por parte de los venecianos, los verdaderos triunfadores.
22La unidad bizantina no desapareció por la invasión cruzada, aunque pasó a contener tres reinos o principados que se autoproclamaron herederos del Imperio:
uno era el Despotado de Epiro, en territorio griego,
otro era el Imperio de Trebisonda, en los márgenes orientales del Mar Negro
y por último el Imperio de Nicea, en el norte de la Jonia asiática donde se inició un proceso paulatino de reconquista que culminó en 1261 con la expulsión de los latinos de Constantinopla y de la mayoría de los territorios griegos, pero no de las islas del Egeo que siguieron estando en poder de Venecia y con la coronación de la última dinastía bizantina, la Paleólogo.
Los postrimeros años de este siglo XIII no representaron para el Imperio restaurado ningún avance ni progreso en lo referente a política interior y exterior. En su lugar, los emperadores tuvieron que afrontar no sólo pérdidas territoriales — sino también contemplar la pérdida de su propia autoridad reflejada en las tensiones que existían con la nobleza. Hecho que despertará futuras guerras civiles e intromisiones en la política estatal, pero esta vez no de cruzados ni latinos sino de los turcos de Osmán, los otomanos.
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