Ultimos días de San Francisco. Su gloriosa muerte.

Pedro Sembrador, San Francisco de Asís. Breve vida, La verdad católica, 411(1948) 

 Ultimos días de San Francisco. Su gloriosa muerte. 

En 1226, pasada la fiesta de San Miguel, que él tanto veneraba, Francisco se despidió del Monte Alvernia. Montado en un jumentillo, pues no podía ya caminar, se llegó poquito a poco a la Porciúncula, sembrando milagros por donde quiera que pasaba. 

En la Porciúncula tuvo otra vez recias y dolorosas enfermedades. Consumido por los ayunos y abstinencias, abatido por frecuentes hemorragias, atormentado por una tenaz oftalmía, que trajo ya de Egipto y que lo dejó casi ciego, consintió que lo llevasen a descansar a una choza que para él levantó Santa Clara en el huertecillo de San Damián. 

Ahí en medio de las tinieblas de la ceguera, acostado en pobrísimo camastro, hostigado por sin número de ratones, compuso aquel divino trovador el "Canto del Sol" o "Canto de las Criaturas". 

Lo visitaron afamados médicos, pero empeoró el mal. Sintiendo que se acercaba su fin, se hizo llevar a Asís. Al avisarle el facultativo que ya le quedaban pocos días de vida, Francisco añadió al "Canto del Sol" una estrofa en la que alababa al Señor por nuestra hermana la muerte corporal. 

A instancias del Santo, los magistrados dieron licencia para llevarle a Nuestra Señora de los Angeles, donde deseaba morir. Le llevaron en unas angarillas. Al pasar frente a Asís, se incorporó y la bendijo sollozando. 

Ya en la Porciúncula, al sentirse morir, como verdadero amador de la pobreza y por ser semejante a Cristo, se desnudó y así se postró en tierra. Su guardián le dio un hábito que el Santo recibió como de limosna y prestado. 

Todos los Frailes lloraban. Francisco los exhortó al amor de Dios, de la Santa Pobreza de la paciencia. Cruzados ya los brazos, dijo: "quedaos, hijos míos, en el temor del Señor y permaneced siempre en él. Dichosos serán los que perseveraron en el bien comenzado. Yo voy aprisa al Señor a cuya gracia os encomiendo". Y aguardó a la "Hermana Muerte" que ocurrió el 4 de octubre de 1226. 

Al día siguiente, ya al clarear el alba, una comitiva a la vez dolorosa y triunfal, salía hacia Asís. Las muchedumbres acudían presurosas, para escoltar el sagrado cuerpo del Santo. El séquito se desvió con el fin de pasar por San Damián para que Santa Clara y sus monjas, tocasen y besasen las llagas del seráfico Patriarca. Sus reliquias fueron depositadas en la Iglesia de San Jorge. 

Gloriflcación de San Francisco. 

Tantos y tan estupendos milagros obró el Señor por intercesión del glorioso San Francisco, que ya a los dos años de su muerte, el Cardenal Hugolino, a la sazón Papa con el nombre de Gregorio IX, fue personalmente a la ciudad de Asís y con gran solemnidad lo canonizó y puso en el catálogo de los Santos. 

Dos años después, en 1230, en el Capítulo General de Asís, trasladaron su sagrado cuerpo con solemnísimas fiestas a la suntuosa iglesia de su nombre recién edificada para recibirlo. 

¡PAZ Y BIEN¡

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