BEGUINAS Y BEGUINOS EN LA EUROPA OCCIDENTAL

 Julià, R. B. (2007). BEGUINAS Y BEGUINOS EN LA EUROPA OCCIDENTAL. Revista Medieval.

tomado de https://www.academia.edu/4815885/BEGUINAS_Y_BEGUINOS_EN_LA_EUROPA_OCCIDENTAL?email_work_card=thumbnail


Es a lo largo del siglo XIV, fruto de la expansión económica y del movimiento de renovación espiritual, cuando aflorarán las beguinas dentro del movimiento de los religiosos mendicantes. Nuestra intención en el presente artículo es dar una visión global del origen de las beguinas y de su equivalente masculino: los beguinos. Para llevar a cabo nuestro propósito, primero hablaremos de la ya apuntada expansión comercial y de la renovación espiritual europea, para desembocar finalmente en el mundo religioso de beguinas y beguinos.

Aparecerá también otro actor político: la Corona Catalano-Aragonesa, que, con la conquista de Sicilia (1281), los ducados de Atenas y Neopatria (1311), Cerdeña (1328) y, finalmente, Nápoles (1442), será otro foco de expansión comercial

El tercer orden franciscano fue fundado en 1221 a partir de las indicaciones dadas a los fieles -hombres y mujeres-de la villa de Poggibonzi (Italia): modestia en el vestir (uso de una casaca de color ceniza y una cuerda para atarla), discernimiento en las distracciones legítimas y renuncia en el uso de las armas. No obstante, el tercer orden franciscano fue despojado de su carácter originario en la bula Supra Montem del año 1289, en la que se intentaba disciplinarlo bajo la obediencia de los frailes mendicantes. Tanto las beguinas como los beguinos se inscribían en el tercer orden franciscano.

No se limitó a estas zonas sino que se expandieron en el norte y sur de la Europa Occidental. En la documentación encontramos muchos nombres referidos a las beguinas y a los beguinos: "santas mujeres", "reclusa", "begardos" entre otros. Hay diversas etimologías para definir a estos miembros de la tercera orden franciscana: del alemán beggam (mendigar, orar), del germano-flamenco beginnen (empezar); algunos autores apuntan que viene de Santa Begga -hija de Pipino de Landen y hermana de Santa Gertrudis de Bivelle (siglo VII)-, o de Lambert le Bègue.

El origen de las beguinas se encuentra en Lieja a finales del siglo XII, con las muliere sanctae, que de manera individual vivían en celdas donde rezaban y realizaban trabajos manuales. Gracias a la expansión urbana, antes apuntada, el movimiento de las beguinas se extendió hacia el norte de Francia, Flandes, Alemania y también en la Europa Mediterránea. Encontramos grupos de beguinos agrupados en comunidades o en un mismo burgo cada uno en su propia casa.

Occidental coinciden en sistematizar tres clases de agrupamientos de beguinas: las mujeres aisladas, los pequeños grupos y las comunidades o grandes beguinajes.

Los beguinos de Vilafranca rehusaron cumplir el deber impuesto por San Francisco para que el canónigo y el rector de la villa les atendieran en confesión. Las suspicacias aumentaron también porque los beguinos no cumplían con los preceptos en época de cuaresma. La gota que colmó el vaso fue en 1342.

El Papa Clemente V (1264-1314) condenó al beguinaje femenino en el Concilio de Viena de 1312. Decretó que "su modo de vida debe ser prohibido definitivamente y excluido de la Iglesia de Dios". La sentencia fue atenuada por el Papa Juan XXII quien permitió que las beguinas continuaran con su estilo de vida, ya que "habían enmendado sus formas”.

Esto que parece una paradoja, estuvo al límite entre la ortodoxia y la heterodoxia cristiana. Como hemos visto la Iglesia atajó los beguinajes con su medio más eficaz: la Inquisición. Las ideas de pobreza extrema, idea que no interesaba a la burguesía emergente de las ciudades, y los ideales de independencia respecto al papado y a las órdenes mendicantes hizo que se condenasen tanto a beguinos como a beguinas.

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