Ratzinger, teólogo de oficio



Cristóforo Gutiérrez, "Presupuestos de la teología de J. Ratzinger", en Ecclesia, XXI, n. 2, 2007 - pp. 201-218


Teólogo de oficio


Ratzinger hubiera querido dedicar toda su vida a la enseñanza y a la redacción de libros para difundir la cultura católica.

En el seminario una gran ansia de saber y formarse.

Apreció las tendencias teológicas de sus profesores Teología liberal, kantismo, existencialismo, marxismo, fenomenología, filosofía de los valores, todo el movimiento en torno al Vaticano II... 

Son corrientes de pensamiento que van dejando su influencia y resonancia en la mente de nuestro autor. Las fundaciones de la revista “Concilium” primero y de “Communio” después pretenden entrar en el diálogo teológico y cultural con unas características bien definidas.

Algunas características de la posición de Ratzinger como teólogo:

No pretende hacer una creación teológica marcadamente original. Pretende inserirse sobre todo en el rico tesoro de la tradición de la Iglesia. No es un teólogo en solitario. 

Ha estado al tanto de los progresos de la exégesis, de la patrística, de la liturgia, de la teología medieval, del ecumenismo y posiciones de los reformadores del Siglo XVI... Ha conocido a teólogos de gran talla: De Lubac, von Balthasar, Congar, Rahner, Bouyer, Kung. Philips ... Tiene muy presentes los interrogantes y problemas de nuestro tiempo, del individuo y de la sociedad, de la Iglesia.


No parte de una posición magisterial, de quien tiene todas las respuestas y soluciones a la mano; sino de una postura de búsqueda de la verdad y de la Verdad con mayúscula. 

Se define como “co-operador de la verdad”. 

. El “hombre actual” no es la única plataforma para interrogar al evangelio. Los interrogantes y respuestas que se han dado a lo largo de la historia pueden iluminar nuestros pasos.Vale el criterio de fidelidad a la Tradición y al Magisterio de la Iglesia. 

. El afirma que desde el inicio le atrajo más el modo de hacer teología de San Agustín. Tardó más tiempo en apreciar la postura y profundidad de Sto. Tomás.


Uno de los primeros libros que Ratzinger leyó, al inicio del año 1946, durante sus años de teología, fue La Introducción a la Liturgia de Romano Guardini. Le influyó positivamente y varios autores, al comentar la trayectoria intelectual de Ratzinger hacen un entrecruzado de vidas casi paralelas entre los dos teólogos. Colonia, Munster, Tubinga son lugares que ambos frecuentan. Después los intereses teológicos: San Agustín, San Buenaventura, la liturgia, la esencia del cristianismo, la literatura, las raíces y los desti- nos de Europa... también son temas comunes a ambos. Sin duda que se pueden encontrar muchos paralelismos y puntos de convergencia con Romano Guardini al estudiar la trayectoria intelectual de Ratzinger.

Con todo me parece más iluminador destacar las cualidades que Ratzinger, hablando de lo que sería la Iglesia en el año 2000, descubre en varios teológos del pasado para iluminar la situación actual. Algunas de las cualidades que Ratzinger observaba en el teólogo Johann Michael Sailer (1751-1832), difícil de clasificar, las podríamos tomar como paradigmáti- cas y que por apreciarlas tanto las quiso encarnar en su propia labor:

No era ni progresista ni conservador. Los conservadores lo consideraban iluminista, y los iluministas como el peor enemigo del Iluminismo. Abierto a todas las cuestiones y problemas de su tiempo


Esto nos lo dice el mismo Ratzinger:

“...yo nunca he buscado tener un sistema propio o crear nuevas teorías. Quizá los específico de mi trabajo, si queremos decirlo así, podría consistir en que me gusta pensar con la fe de la Iglesia y eso supone, para empezar, pensar con los grandes filósofos de la fe. Significa que yo no hago una teología aislada; intento hacer una teología lo más amplia posible y siempre abierta a otras formas de pensamiento dentro de la misma fe. Por eso para mi ha tenido siempre especial interés la exégesis. Yo no podría hacer teo-logía puramente filosófica. Para mí, lo primero de todo, el punto de partida, es el Verbo. Creer en la Palabra de Dios y poner empeño en conocerla a fondo, ahondar en ella y entenderla, para después reflexionar junto a los grandes maestros de la fe. Por eso mi teología tiene cierto carácter bíblico e incluso patrístico, sobre todo, agustiniano. Pero procuro, como es natural, no quedarme en la Iglesia primitiva; lo que intento es subrayar los aspectos más relevantes de su pensamiento y entablar al mismo tiempo un diálogo con el pensamiento contemporáneo”.(Razinger J., La sal de la tierra, p. 72.)


Hace años Henry de Lubac hacía la siguiente observación:

“El Doctor Ratzinger es profesionalmente un excelente teólogo. Los mejores candidatos al doctorado acudían hasta hace poco a la Facultad de Regensburg (Ratisbona) para ponerse bajo su dirección. No tiene miedo de abordar públicamente ni los temas fundamentales, ni los problemas de actualidad, y siempre con calma, sencillez, mesura, gran respeto a las personas, y con una sonrisa. Sin embargo, su primera preocupación no es la de agradar; no elude su deber, aunque a veces resulte ingrato. Tiene muy presente la distinción que en su persona se da entre el teólogo privado y el jefe de la Congregación; tampoco olvida que uno de los fines principales de su propia Congregación es el de “promover” de manera positiva el estudio de la doctrina, y aprovecha las ocasiones para cumplir personalmente esa función. Si, como Ud. dice, se encuentra algunas veces en el centro de algunas polémicas, ciertamente no es por su gusto. La campaña difamatoria que observo, precisamente en estos días, desencadenada contra el, es también –y repito la palabra– “una impostura” o, al menos en algún que otro caso, una deplorable ligereza”.( De Lubac H., Diálogo sobre el Vaticano II, Madrid 1985, p. 123.)

4. Formación cultural: El Papa Mozart

A medida que uno va familiarizándose con los escritos de J. Ratzinger resaltan inmediatamente la claridad y profundidad de su pensamiento, la constancia en los puntos basilares de su teología y espiritualidad, y, al mismo tiempo, la amplitud de su cultura.


En síntesis, podríamos decir que es un grande humanista. 

Pero al mismo tiempo se puede observar que se han obtenido una serie de logros importantes gracias a la colaboración de Ratzinger con Juan Pablo II:


– La orientación de la teología de la liberación
– Los documentos sobre la exégesis
– La redacción del catecismo para toda la Iglesia y su compendio.



– La “Veritatis splendor”, la “Fides et Ratio” y la declaración “Dominus Iesus”: sobre el conocimiento de la verdad y la singularidad de la revelación en Jesucristo.

En la reciente entrevista con la televisión polaca Benedetto XVI afirmaba que muchas veces cuando lee algunos documentos de Juan Pablo II recuerda las conversaciones y discusiones que tenían con él acerca de los di- versos problemas. El no quiere emanar muchos documentos, sino profundizar en el tesoro que Juan Pablo II nos ha dejado, para actuar mejor el Vaticano II.

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