¿Sigue siendo pertinente hablar de “signos de los tiempos”?




¿Sigue siendo pertinente hablar de “signos de los tiempos”?
«¿Qué diferencia hay entre alma y espíritu? ¿Quién muere y quién queda vivo? La conciencia ¿es el alma o el espíritu?», pregunta un internauta.

Es lo que expresa Francisco cuando pide una Iglesia “en salida” hacia las “periferias geográficas y existenciales” de nuestro tiempo; una Iglesia sinodal, en diálogo auténtico y sincero con el mundo, a la escucha del “grito de la tierra y de los pobres”.

En Alemania, la última asamblea del “camino sinodal” ha dado un gran paso al reconocer los “signos de los tiempos” como cuarta fuente teológica, además de la Escritura, la Tradición y el Magisterio.

“La Historia, enfrentada al sinsentido del sufrimiento y del mal, es fundamentalmente trágica”, subraya Xavier Debilly. “Dios entra en la tragedia de nuestra existencia no para sacarnos de ella, sino para habitarla de forma misteriosa y hacer de ella el lugar de nuestro encuentro con Él”. Al final, añade, solo hay un signo “para los tiempos”: “Al pie de una cruz y ante una tumba vacía, los testigos del Crucificado-Resucitado nos dicen que Dios no abandona a nadie a la soledad y a la muerte“.

“No existe una lista definitiva de los signos de los tiempos”, resume Xavier Debilly (que preferiría hablar de “llamamientos de los tiempos”), o más bien estos se disciernen en la familia, entre los vecinos, los compañeros de trabajo, en la comunidad, la parroquia o la diócesis, lo más cerca posible de las realidades cotidianas donde se sienten los efectos de las crisis sociales, migratorias y climáticas; donde se expresan las necesidades y las expectativas de los más vulnerables, de las mujeres, de las minorías sexuales.
Lo que dice el Concilio Vaticano II

De la Constitución pastoral Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el mundo actual (7 de diciembre de 1965, n. 4-1 y 11-1):


Para cumplir esta misión es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de la época e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y sobre la mutua relación de ambas. Es necesario por ello conocer y comprender el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el sesgo dramático que con frecuencia le caracteriza.

El Pueblo de Dios, movido por la fe, que le impulsa a creer que quien lo conduce es el Espíritu del Señor, que llena el universo, procura discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos, de los cuales participa juntamente con sus contemporáneos, los signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios. La fe todo lo ilumina con nueva luz y manifiesta el plan divino sobre la entera vocación del hombre. Por ello orienta la menta hacia soluciones plenamente humanas.

https://www.vidanuevadigital.com/tribuna/que-significa-la-expresion-signos-de-los-tiempos-gilles-donada/

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