Formar en valores a los universitarios para un uso ético de las nuevas tecnologías y de la Inteligencia Artificial



VERITAS, Nº 60, 2025

Formar en valores a los universitarios para un uso ético de las nuevas tecnologías y de la Inteligencia Artificial a la luz de Flannery O’Connor y el Papa Francisco

SUSANA MIRÓ LÓPEZ  y DANIEL DE LA ROSA RUIZ  



La forrmación en valores éticos para los universitarios es esencial en un mundo cada vez más influenciado por las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial.

La rápida transformación digital, con sus oportunidades y desafíos, exige que la educación superior no solo proporcione conocimientos técnicos, sino que también fortalezca la capacidad crítica y la reflexión ética de los futuros profesionales. 

La universidad tiene la responsabilidad de ofrecer una formación integral que ayude a los jóvenes a desarrollar un criterio sólido frente al avance tecnológico y sus implicaciones en la vida personal y social. Esta formación en valores debe permear el currículo universitario tanto en asignaturas regladas, en la medida de lo posible, como en las actividades extracurriculares, generando espacios de diálogo y reflexión que permitan a los estudiantes conectar sus conocimientos con cuestiones fundamentales sobre el sentido de la vida, la responsabilidad social y la justicia. 

No se trata solo deenseñar principios abstractos, sino de proporcionar herramientas que les permitan actuar de manera ética y consciente en su entorno profesional y en la sociedad en general.

En este estudio, hemos reflexionado sobre la necesidad de fomentar el gusto por la sabiduría en los jóvenes, ayudándolos a reconocer la universidad como un periodo clave en su desarrollo personal y profesional, y como una oportunidad para construir una visión más humana del futuro. En este contexto, determinadas metodologías pedagógicas pueden facilitar la integración y síntesis de saberes, favoreciendo una educación más significativa y transformadora.

La lectura de la obra de Flannery O’Connor se presenta como un recurso valioso para la formación ética en las aulas, pues permite reflexionar sobre la potencialidad de la vulnerabilidad propia y ajena. En un contexto donde la tecnología puede deshumanizar las relaciones interpersonales, O’Connor nos invita a cultivar la comprensión humana y a tomar conciencia de la fragilidad inherente a nuestra condición. Su literatura no solo ofrece una visión profunda sobre la naturaleza humana, sino que también desafía el pensamiento reduccionista y cientificista, recordándonos que el anhelo más profundo del ser humano no puede satisfacerse únicamente con avances tecnológicos, sino que requiere una apertura al misterio y a las dimensiones trascendentes de la existencia.

En la misma línea, el Papa Francisco enfatiza la necesidad de una ética centrada en la persona, promoviendo un uso responsable y solidario de las herramientas tecnológicas. Su llamado a construir una cultura del encuentro resuena con la urgencia de formar profesionales que no solo sean competentes técnicamente, sino también conscientes de su responsabilidad social y moral. Advierte sobre el peligro de un progreso tecnológico que no tenga en cuenta el bienestar de las personas y aboga por un desarrollo científico que respete la dignidad humana y la justicia social.

El pensamiento de O’Connor y del Papa Francisco recogido en sus escritos, nos permite reconocer el valor esencial de la persona, es más la singularidad de cada individuo. La dignidad ontológica propia de cada ser humano es el activo más valioso que posee. La inteligencia artificial no es capaz de reproducir la exclusividad de la persona. Se debe educar a los jóvenes para que reconozcan su propia valía, la singularidad de la inteligencia humana frente a la artificial. 

No se trata de denostar su uso, sino de reconocer que se trata de un medio que está llamado no a interferir sino a potenciar la finalidad y vocación de cada ser humano.

La educación universitaria, por tanto, debe ir más allá de la mera transmisión de conocimientos técnicos. Es imperativo cultivar una conciencia crítica y ética que permita a los futuros profesionales navegar por los desafíos que presentan las nuevas tecnologías, cuestionando sus impactos y promoviendo un desarrollo que beneficie a toda la sociedad. Solo a través de esta formación integral podremos garantizar que las innovaciones tecnológicas sean utilizadas para el bien común, fomentando una sociedad más justa, equitativa y humanizada.

La integración de estos valores en los currículos universitarios no solo prepara a los estudiantes para enfrentar los retos del futuro, sino que también contribuye a formar líderes con una visión ética y un compromiso firme con la construcción de un mundo donde la tecnología esté al servicio de la dignidad humana y el bienestar colectivo. La educación en valores no es un añadido opcional en la formación universitaria, sino un elemento esencial para garantizar que el progreso tecnológico se oriente hacia el bien común, respetando siempre la profundidad y complejidad

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