REFLEXIÓN DEL CARDENAL PIZZABALLA SOBRE EL CONCILIO DE NICE

REFLEXIÓN DEL CARDENAL PIZZABALLA SOBRE EL CONCILIO DE NICEA
«La Iglesia fue capaz de dar expresión al misterio del Verbo hecho carne que habitó entre nosotros»
El Patriarcado Latino de Jerusalén ha hecho pública la reflexión del cardenal Pierbattista Pizzaballa en el aniversario del Concilio de Nicea. El purpurado asegura que hoy «como hace 1700 años, hoy estamos llamados a poder expresar nuestra fe en Cristo de un modo valiente y audaz, comprensible y clara»
(InfoCatólica) El Patriarca recuerda que «la persona de Jesús nunca ha dejado de fascinar al mundo. Su venida al mundo cambió la historia, planteó interrogantes e incluso creo rechazo y oposición. En resumen, en todas las épocas, en cierto sentido, Jesús nos ha obligado a tomar posición ante él».
Jesús Hijo de Dios, Dios mismo
«Aceptar a Jesús como Hijo de Dios, y Dios mismo, supuso en efecto una novedad perturbadora para el mundo cultural de la época. ¿Cómo podía pertenecer a la divinidad un hombre de carne y hueso como nosotros? ¿Cómo podía ser a la vez Hijo de Dios y Dios mismo, de su misma sustancia? ¿Cómo podía un hombre morir y resucitar, ser hombre y Dios?»
El cardenal asegura que tal hecho «era algo totalmente inconcebible, pero al mismo tiempo algo que seguía fascinando a los creyentes de todo el mundo» y por ello, desde «el principio se sucedieron y multiplicaron diferentes hipótesis y propuestas sobre la identidad del Hijo de Dios», no faltando «acaloradas divisiones entre las diferentes almas de la Iglesia».
El papel de Nicea
En medio de esas divisiones, llegó el concilio
«... la Iglesia reunida en la figura de sus obispos, en un contexto religioso, cultural y político no menos problemático que el actual, tuvo el valor y la audacia de dar por finalmente a la fe una forma, común a todos, pero al mismo tiempo clara, acuñando también una terminología nueva, capaz de encerrar, en la medida de lo posible, dentro de esas palabras, el misterio de la Encarnación».
«Nicea sigue siendo para cada uno de nosotros» explica el purupurado italiano, «una referencia indispensable para la vida de nuestras respectivas Iglesias: desde la comprensión y definición de la fe hasta la fecha de la Pascua, y mucho más»:
«En la medida de lo posible para el lenguaje humano, la Iglesia fue capaz de dar expresión al misterio del Verbo hecho carne que habitó entre nosotros y de su presencia continua en la Iglesia».
El Patriarca Latino de Jerusalén lamenta que tras el concilio la Iglesia ha sufrido heridas y divisiones y «no pocas veces nos hemos entregado a nuestra lógica de poder, en lugar de servir al Cuerpo Místico de Cristo». Y es ahí donde el primer concilio ecuménico ilumina el camino de la unidad:
«Pero incluso dentro de toda nuestra pequeñez, para todos, Nicea sigue siendo un punto de referencia indispensable hasta nuestros días. Iglesias ortodoxas, católicas, anglicanas, protestantes... cualquier cristiano, sea cual sea la Iglesia a la que pertenezca, no puede evitar enfrentarse a lo que los obispos de la Iglesia de hace 1700 años fueron capaces de elaborar, ciertamente bajo la acción del Espíritu Santo».
El cardenal cree que «hoy vivimos tiempos que no muy distintos a los de hace 1700 años».en los que las dinámicas del poder político y las transformaciones culturales afectan profundamente a la vida de las Iglesias. Cuestiones como la concepción del ser humano, la familia, la tecnología, la economía, las migraciones y la pluralidad religiosa plantean retos históricos y actuales a las comunidades cristianas:
«Y en este contexto, todos estamos llamados, como única Iglesia de Cristo, a dar una respuesta a las preguntas que hoy se plantea la humanidad».
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