Posición de la iglesia hoy ante el ecumenismo

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Articulo de SA Extcheberría

POSICIÓN ACTUAL DE LA IGLESIA DE ROMA RESPECTO AL ECUMENISMO CRISTIANO.

El ecumenismo debe ser fomentado por los obispos (Decreto Christus Dominus, 16).

Los presbíteros no han de olvidar a los hermanos que no gozan de plena comunión eclesiástica con los católicos (Decreto Presbyterorum ordinis, 9).

Se ha de cultivar el espíritu ecuménico entre los neófitos (Decreto Ad gentes divinitus, 15).

Se exhorta a los católicos a que, reconociendo los signos de los tiempos, participen diligentemente en la labor ecuménica (Decreto Unitatis redintegratio, 4).

Los católicos, en su acción ecuménica, deben, sin duda, preocuparse de los hermanos separados, orando con ellos, tratando con ellos de las cosas de la Iglesia y adelantándose a su encuentro (Decreto Unitatis redintegratio, 4).

Es necesario que los católicos reconozcan con gozo y aprecien los bienes verdaderamente cristianos, procedentes del patrimonio común, que se encuentran entre los hermanos separados (Decreto Unitatis redintegratio, 4).

La práctica del ecumenismo se ha de basar en:
  • -  La renovación de la Iglesia como aumento de la fidelidad hacia su vocación, incluyendo movimientos bíblico y litúrgico;

  • -  La predicación de la Palabra de Dios;

  • -  La catequesis;

  • -  El apostolado seglar;

  • -  La espiritualidad matrimonial;
  • -  La conversión interior;

  • -  La oración unánime por la unidad;

  • -  El conocimiento mutuo de las distintas Iglesias, con un mejor conocimiento de la doctrina,de la historia, de la vida espiritual y cultural y de la psicología religiosa de las otras Iglesias;

  • -  La formación ecumenista;

  • -  Una mejora en cuanto a la profundidad y exactitud en el lenguaje con que se expresa la
    doctrina de la fe.
Pablo VI y Atenágoras I, artífices del acercamiento de la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa, que tuvo lugar en Jerusalén, el 5 de enero de 1964. La estatua de conmemoración de este acontecimiento se ubica en la iglesia de la Anunciación, en Nazaret (Adornato, 2010).
El 25 de mayo de 1995, Juan Pablo II publicó la carta encíclica Ut unum sint (del latín, Que sean uno), en la cual se instó a la unión de las iglesias cristianas mediante la fraternidad y la solidaridad al servicio de la humanidad. Ya el 10 de noviembre de 1994, en su carta apostólica Tertio Millennio Adveniente dirigida al episcopado, al clero y a los fieles con motivo de la preparación del jubileo del año 2000, Juan Pablo II instó a analizar el curso de los últimos diez siglos y señaló la falta de unidad de los cristianos entre los pecados que exigen mayor compromiso de penitencia y de conversión, al tiempo que lo calificaba como un problema crucial para el testimonio evangélico en el mundo (Braaten y Jenson, 2001).

El 31 de octubre de 1999, en Augsburgo, se firmó la Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación, por parte del cardenal Edward Cassidy en nombre de la Iglesia católica, y el obispo Christian Krause de la Federación Luterana Mundial. Joseph A. Fitzmyer, quien trabajó durante casi tres décadas en el diálogo ecuménico luterano-católico, proporcionó una contribución esencial para la
elaboración de esta declaración. El documento representó un paso importante para zanjar las divisiones entre ambas denominaciones cristianas que llevaban 482 años, desde que el mismo día del año 1517, Martín Lutero clavó sus noventa y cinco tesis en la puerta de la iglesia del castillo en Wittenberg, en Alemania (Donahue, 2013).
En el 2004, se fundó la comunidad religioso-ecuménica de los Misioneros y Misioneras del Amor Sacramentado, basada en la creación de proyectos sociales que promueven el amor y el servicio, en atención a diversas obras solidarias en la comunidad, sumado a la presencia de oratorios que invitan a todos a la oración universal.

En febrero del 2016, el papa Francisco y el patriarca de Moscú y de todas las Rusias Cirilo I de Moscú, reunidos en Cuba, firmaron una Declaración conjunta. En este encuentro histórico, dichos líderes se abrazaron después de casi mil años de separación de sus iglesias. En abril de ese año, el  Papa Francisco, el patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, y el arzobispo de Atenas y Toda Grecia, Ieronymos II, firmaron en Lesbos una declaración conjunta para manifestar su preocupación por la situación trágica de los numerosos refugiados, emigrantes y demandantes de asilo, que han llegado a Europa huyendo de situaciones de conflicto (Soloview, 2012).

Una de las personas que más ha contribuido a la promoción de la idea del ecumenismo en el siglo XX, especialmente entre los jóvenes, fue el hermano Roger Schutz, fundador de la ecuménica Comunidad de Taizé. Su visión de la unidad cristiana deriva de la creencia de que Jesús no vino para iniciar una nueva religión, sino para revelar el amor de Dios y reconciliar a la gente entre sí. Por lo tanto, según el pensamiento de Roger Schutz, los cristianos pueden ser reconciliados unos con otros mediante la oración en común, que permite la entrada del Espíritu Santo en el corazón de la acción. En 1972, los jóvenes mostraron la importancia que brindan al mensaje ecuménico de Taizé, tal como se señaló en el periódico francés Le Monde:
Unos dieciocho mil jóvenes, procedentes de varios países, celebraron la fiesta de Pascua de 1973 sobre la colina de Taizé en Borgoña. La aldea se ha convertido en uno de los primeros centros europeos de agrupación de personas menores de 30 años, hasta el punto de que se hizo preciso derribar la fachada de la iglesia para agrandarla por un inmenso capitel en forma de circo (Le Monde, 25 de abril de 1973).
¿Qué es lo que arrastra a las gentes a Taizé? Visitantes lo ha habido siempre. Desde hacía tiempo, la colina se había convertido en un intenso foco de ecumenismo: protestante en su origen (1944), su comunidad monástica llevó el amor por la unidad al extremo de integrar hermanos pertenecientes a otras confesiones. Pero fue la proclamación, en 1970, del Concilio de los jóvenes la que dio lugar a un movimiento sin precedentes. En 1972, cien mil personas de más de cien nacionalidades distintas se reunieron en Taizé. El tema de esta enorme asamblea fue: Lucha y contemplación para ser hombres de comunión

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