Teología pública y González de Cardedal



¿Se tiene que preocupar la teología por lo social? ¿Son válidos los métodos teológicos anteriores al Concilio o los inmediatamente posteriores a él, ante el proceso de secularización y el pluralismo en España? ¿No es necesaria una teología desde la Plaza pública?

Gonzalo Villagrán Medina en su libro Teología pública Una voz para la Iglesia en sociedades plurales, trata de dar respuesta a estas preguntas[1]
El mismo autor [2], en 2012, explicó lo que en ese momento estaba en auge entre los teólogos. En EEUU en la década de los 70 surgió la teología pública que no es otra cosa que un estilo de hacer teología. El historiador luterano Martin Marty[3]  se propuso realizar  una teología pública que contribuyera al bien de una sociedad pluralista desde las confesiones religiosas particulares.
Esta idea fue seguida por varios autores, sobre todo protestantes. En la década de los ochenta se abre un debate para ver como realizar esta teología en el ámbito católico.
David Tracy[4] propone una comprensión de la teología sistemática como “correlaciones críticas recíprocas entre la interpretación del evento (y las tradiciones y formas que median el evento en el presente) y la interpretación de la situación (y las tradiciones y formas que median esta realidad)”. El término correlación implica una correspondencia entre dos series de datos, en este caso entre dos polos. Por lo tanto, un polo de esta correlación crítica sería lo que Tracy llama “el evento de Jesucristo”, es decir, Jesucristo como la manifestación aquí y ahora del ser mismo de Dios tal como es mediado en la Escritura y la tradición.  El otro polo sería lo que Tracy llama la situación humana, es decir, la interpretación de la existencia humana contemporánea, una interpretación que incluye las circunstancias socio–económicas tal como  analizadas por las ciencias sociales.

Este esquema, relativamente sencillo, se ha convertido desde su publicación en, probablemente, el principal paradigma a la hora de pensar la relación entre fe y realidad social dentro de la tradición de la teología pública.  Es hermenéutica porque se centra en la necesaria interpretación de los dos polos de la correlación que una vez puestas en diálogo, son de “ida y vuelta”, es una reflexión conjunta sobre las principales cuestiones y preocupaciones humanas. La correlación es recíprocamente crítica porque sólo podemos interpretar los símbolos religiosos desde la situación humana concreta en que vivimos, y sólo podemos interpretar la situación humana a la luz de los símbolos religiosos concretos que nos inspiran.

 

Este método de trabajo se puede observar en las cartas de San Agustín dirigidas a los no cristianos  o en Francisco Suarez. Entre los teólogos actuales, con una teología similar se pueden citar en España a González de Cardedal y Alfonso Álvarez Bolado

 (ÁLVAREZ BOLADO, A. (1999), Teología política desde España. Del nacional–catolicismo y otros ensayos, Bilbao). Este último ha querido hacer una lectura crítica de la estrecha relación entre política y religión en el régimen franquista (nacionalcatolicismo)

González de Cardedal se ha esforzado a lo largo de su carrera teológica por iluminar la realidad socio–política de la sociedad española de la transición, marcada por un creciente pluralismo, directamente a partir de su reflexión teológica. para ayudar a la Iglesia a discernir cuál debe ser su contribución a la sociedad española de la democracia. Todos estos ejemplos nos muestran que es perfectamente posible pensar en tomar este paradigma.
Para poder hacer teología pública en Esapaña hay que tener en cuenta:
1º el fondo cultural religioso, la fuerte presencia del cristianismo. Hay que realizar un discernimiento. González de Cardedal escribe:

Consiguientemente, el paso, definitivo aun cuando difícil, de España hacia la modernidad pasa por el discernimiento de la significación de la fe en nuestra historia anterior, por la cualificación de épocas y figuras afectadas en un sentido u otro por ella y sobre todo por el análisis de su capacidad de desligarse de ese pasado, de afirmarse en el presente en continuidad pero sin ruptura respecto a épocas anteriores; y, finalmente, por el reconocimiento de su energía para informar un futuro más complejo y rico que no esté lastrado por la reminiscencia en agresividad o en nostalgia respecto de esa anterior historia. O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL (1985), p. 194. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, O. (1985), España por  pensar: Ciudadanía hispánica  y  confesión católica, Salamanca, Ediciones Universidad Salamanca.

2º No solo se debe establecer un diálogo solo con la increencia, sino con las demás religiones sobre el bien común de la sociedad.

3º Debe establecer estrategias para permanecer en el diálogo social defendiendo su postura pero escuchando y abriéndose al otro.

4º No permitir las manipulaciónes partidistas.

Creo que el paradigma de la teología pública encaja muy bien con el desarrollo de la laicidad española en el sentido de una laicidad integral –respetuosa de todas las dimensiones del ser humano e integradora de la pluralidad religiosa– como invitaba a hacer el editorial de esta revista sobre los modelos de regulación de la libertad religiosa de 2009 (Cf. CONSEJO DE REDACCIÓN (2009), “La libertad religiosa en España. ¿Hacia un nuevo modelo normativo?”,en Revista de Fomento Social, número 255, p. 422.)



[1] G. Villagrán Medina, Teología pública Una voz para la Iglesia en sociedades plurales, Madrid 2017.
[2] Id,Teología pública: una propuesta para hablar teológicamente de temas sociales a la sociedad pluralista española”, en Revista de Fomento Social 67 (2012), 635–665.
[3] MARTY, M. (1974), “Two Kinds of Two Kinds of Civil Religion”, en  R. E. RICHEY AND  D.
G. JONES (ed .), American Civil Religion, New York, pp. 139–157.
[4] TRACY, D. (1981), The Analogical Imagination: Christian Theology and the Culture of Pluralism, New York, Crossroad.

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