Principio esperanza en Bloch






Vicente Ramos Centeno en una artículo titulado "En el quincuagésimo aniversario de El Principio esperanza (lo permanente de Bloch)" em Diálogo filosófico, 63,(2005) 461-472. cuyo resumen es : A los cincuenta años de El Principio Esperanza, y a pesar de que Bloch se situó a sí mismo en una opción política e ideológica hoy arrumbada por la historia, hay cosas esenciales en su pensamiento que lo hacen un autor inolvidable. Su rechazo del nihilismo y de la trivialidad, su amor al hombre y a su historia, su ca- pacidad para ver la verdad presente en la obra del hombre, en el arte, en la filosofía, en la religión, en todos sus sueños de humanidad, le hacen imprescindible cuando tenemos que recuperar el orgullo de ser humanos.

Hay un párrafo que es interesante

Quiero fijarme más en estas dos cosas: el destrozo de la educación y el odio anticristiano de esta izquierda decadente. Nuestra izquierda ha perpetrado uno de los mayores males que le puedan ocurrir a una sociedad: el arrasamiento del espíritu de toda una generación. Que nuestros países europeos (y más el nuestro) no acaben de tomar con- ciencia de lo que ha ocurrido con la enseñanza en las últimas décadas es uno de los signos negativos más importantes que se presentan en nuestro horizonte. Y en cuanto al anticristianismo, es una de las cosas menos perdonables. Con mi estudio de Bloch creo que de esto algo sé. Es más, desde hace más de treinta años me interesé por el asunto de la relación entre el pensamiento de la izquierda y la religión. Yo fui uno de ésos que dice González de Cardedal cuando afirma: «Hasta 1989 Europa se preparaba para una sociedad socialista y para una humanidad donde Marx sería el que daría que pensar, que hacer y que esperar»(6 GONZÁLEZ DE CARDEDAL, O., La entraña del cristianismo, Secretariado Trinitario, Salamanca, 1998, 2a edición, pág. 304) Conocí el pensamiento de Feuerbach, las ideas de Marx sobre la religión, las de Kaustky, las de Korsch, las de Gramsci, las de Lukács, las de los frankfurtianos, hasta las de Althusser y el Garaudy de entonces. Finalmente estudié a fondo a Bloch y encontré en él, a pesar de su ateísmo mantenido, mucha luz para entender el cristianismo que yo amaba. Pues bien, veo que esta sedicente izquierda que hoy domina el mundo intelectual, y que en algunos países tiene el poder político, no sabe nada de esto. Es primariamente anticristiana y puede que Freud tuviera con ella bastante trabajo para explicar tanto trauma.


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