FLORIO, L. “Las ciencias en la teología” en Revista de Estudos da Reliigiao (2007) 83-117.

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FLORIO, L. “Las ciencias en la teología” en Revista de Estudos da Reliigiao (2007) 83-117.

La idea esencial de este artículo es explicar la necesidad de aplicar las ciencias a la Teología y como consecuencia, dotar a los teólogos de conocimientos científicos, ya que en ambientes académicos existe un gran interés por el diálogo entre las ciencias y las religiones no exento de resistencias y prejuicios. 

El autor afirma que el diálogo debe ser realizado entre Teología y Ciencias porque ambas emplean la racionalidad, la sistematicidad y la dinamicidad como elementos esenciales del saber científico.  Melchor Cano en el s. XVI acuño la expresión “Lugares Religiosos” como  la determinación de las fuentes que permiten un acceso a la revelación divina como  son la Biblia y las Tradiciones y lugares ajenos entre los que colocó la Filosofía y la Historia.

 Hoy estos lugares no se consideran accidentales porque forman parte del núcleo de aceptación y compresión teológica. En el momento actual se consideran las ciencias como lugares teológicos. Lucio Florio presenta algunas propuestas para integrar el pensamiento más experimental en el estudio teológico: A Peacoche con su Teología global aplicada a la teología de la creación; A G. Tanzella-Nitti con su concepto de integración aportando la visión científica  física a todos los campos de la Teología como  la Antropología, la Parusía, la Cosmología, etc.

El último autor propuesto es J. F. Hayght con sus aportaciones del evolucionismo en el terreno religioso, aportando una novedad en el estudio de la Cristología.

El articulo es de fácil compresión, aunque presenta algunas dificultades la exposición del autor G. Tanzella-Nitti. Está bien conseguida la explicación realizada al exponer los motivos por los cuales la Teología es una Ciencia. Considero que es necesario para la inculturación el exponer la Creación, la Antropología, las experiencias religiosas con las aportaciones científicas actuales fuera en este momento de los  ambientes teológicos, pero estas elucubraciones tienen el peligro de quedarse desfasadas ante los nuevos avances de la ciencia. 

Pero se corre el peligro de intentar explicarlo todo desde la razón y perder aspectos de la Revelación y la grandeza del Misterio. La idea de la necesidad de aumentar la formación de los teólogos en este tema  es importantísima y el diálogo con todas las ciencias, no sólo las blandas, como las titula el autor, sino con las duras,  que aportarán una mayor comprensión, una mentalidad científica que motive los cambios de pensar y hacer Teología.