Relaciones de pareja






En un trabajo realizado por M. Blázquez, J. M. Moreno y M. E. García-Baamonde titulado: MALTRATO PSICOLÓGICO EN LAS RELACIONES DE PAREJA La inteligencia emocional como factor protector y diferencias de género publicado en Boletín de Psicología, No. 113, Marzo 2015, 29-47 concluyen:




En nuestro estudio, por tanto, podemos concluir que las mujeres poseen mayores competencias de inteligencia emocional que los varo- nes. Una aseveración que, si bien se encuentra refrendada por multitud de investigaciones (Brebner, 2003; Fujita, Diener y Sándwich, 1991; Joseph y Newman, 2010; Liébana, et al. 2012) se enfrenta a la contro- versia de aquellos que sostienen que no existe tal asimetría en la inteli- gencia emocional de varones y mujeres sino un aprendizaje cuyas apti- tudes se distribuyen diferencialmente entre los sexos. Así, mientras que las mujeres parecen obtener puntuaciones significativamente más altas en habilidades relacionadas con la inteligencia intrapersonal e interper- sonal, los hombres lo hacen en competencias como el manejo del estrés y la adaptabilidad (Candela, Barberá, Ramos y Sarrió, 1997; Clariana, Cladellas, Badía y Gotzens, 2011).
A raíz de esta agitada polémica, gran número de investigaciones (Candelá, Barberá, Ramos y Sarrió, 2002; Conway, 2000; Dawda y Hart, 2000; Joseph y Newman, 2010; Petrides, Furnham, y Martin, 2004; Sa- lovey, 2006) reivindican la necesidad de profundizar en el origen de tales desigualdades. Hasta el momento, la explicación sociocultural que de- signa como responsable de esta realidad al proceso de socialización diferencial y estereotipado de las habilidades emocionales, ha adquirido gran relevancia en la comunidad científica (Bosch, Ferrer y Alzamora,
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Boletín de Psicología, No. 113, Marzo 2015
2006; Espinar, 2007; Gartzia, Aritzeta, Balluerka y Barberá, 2012; Jimé- nez, Álvarez, Gil, Murga, y Téllez, 2006; Sánchez, Fernández-Berrocal, Montañés y Latorre, 2008).
Confiamos que el cambio gradual hacia la desaparición de las dife- rencias sexuales, contribuya a fomentar procesos de socialización basa- dos en una educación emocional integral que favorezca el ajuste perso- nal y social del individuo. De esta forma, según Taft, et al. (2006), se eliminará en ambos sexos el riesgo a cometer agresiones psicológicas en situaciones de desbordamiento emocional (Taft, et al. 2006).



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