El Papa Francisco y la ancianidad


Se define la ancianidad como:

“La ancianidad –explica Rosa Avila Paz- encierra una faceta biológica, por cuanto se vincula con un proceso vital, pero también posé una dimensión social, histórica y cultural. Se es anciano por el paso de los años y su impacto en la salud de las personas; y también porque la sociedad asigna ese rol en determinadas circunstancias de contexto” (AVILA PAZ de ROBLEDO, Rosa Angélica del Valle “Derecho a la Vejez Digna –en una aproximación a las tutelas diferenciadas- ” en J. H. Gentile (dir.) Balance a los 60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos según el pensamiento de Jacques Maritain, Ed. Alveroni, Córdoba, 2010, pp. 298-299).



El Papa Francisco ha puesto de relieve que “el trato a los ancianos, así como el que se da a los niños, es un indicador para ver la calidad de una sociedad. Cuando los ancianos son descartados, cuando los ancianos son aislados y a veces se apagan sin afecto, es una mala señal” (Discurso del Santo Padre Francisco a la Comunidad de San Egidio, Basílica de Santa María en Trastévere, Domingo 15 de junio de 2014)

“Un pueblo que no cuida a sus ancianos, que no se preocupa de sus jóvenes, es un pueblo sin futuro, un pueblo sin esperanza. Porque los jóvenes —los niños, los jóvenes— y los ancianos llevan adelante la historia. Los niños, los jóvenes, con su fuerza biológica, es justo. Los ancianos, dándoles la memoria. Pero cuando una sociedad pierde la memoria, se acaba, se acaba. Es malo ver una sociedad, un pueblo, una cultura que ha perdido la memoria. La abuela de noventa años que ha hablado — ¡muy bien!— nos ha dicho que existe este recurso del descarte, esta cultura del descarte. Para mantener un equilibrio así, donde en el centro de la economía mundial no están el hombre y la mujer, sino que está el ídolo del dinero, es necesario descartar cosas” (Discurso del Santo Padre Francisco a la Comunidad de San Egidio, Basílica de Santa María en Trastévere, Domingo 15 de junio de 2014)

“Las abuelas y los abuelos son nuestra fuerza y nuestra sabiduría. Que el Señor nos dé siempre ancianos sabios. Ancianos que nos den la memoria de nuestro pueblo, la memoria de la Iglesia. Y nos den también lo que de ellos nos dice la Carta a los Hebreos: el sentido de la alegría. Dice que los ancianos, estos, saludaban las promesas de lejos: que nos enseñen esto” (Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes de la 37 Asamblea Nacional de la Renovación Carismática en el Espíritu Santo, Estadio Olímpico, Roma, Domingo 1 de junio de 2014).

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