Pasado, Presente y Futuro del creyente

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Una de las características fundamentales de la vida humana, según Olegario González de Cardedal,  es que el hombre se concibe como abertura. El afirma:

… el hecho de que el hombre se percibe a sí mismo como abertura, como desposición radical y como arraigo en un pasado que hunde sus raíces más allá de sí mismo, y que a la vez proyecta sus tentáculos más lejos de la propias posibilidades no solo históricas sino ontológicas.


Es decir,  la existencia del hombre en su presente está condicionada por el pasado y por el futuro, tiene conciencia de su finitud pero aspira a la infinitud. El creyente percibe esa plenitud, pero tiende a la infinitud, a la eternidad que le libera de la temporalidad, descubre en su mismidad a un Alguien cercano y al mismo tiempo lejano. Tiene una percepción única, es a la vez un ser irredento y su ser anhelante de salvación. ( M. Teológica, 162-163). 

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