Libertad. soledad y esperanza

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El hombre tiene sus raíces en la tierra pero su mirada en el Eterno. Todo tiempo y todo hombre tiene una misión.
Cuando el hombre ve pasar el tiempo siente desconsuelo al percibir la finitud, siente nostalgia, y para buscar consuelo debe dirigir su mirada más allá de la temporalidad. Cuando el hombre en libertad, renuncia a la posesión, y se afinca en lo Eterno, en Dios, participa en el señorío del tiempo, porque el porvenir se gesta en el presente.
Y en ese presente, en la inmediatez, se presenta como mediación Dios, porque en la humanidad mediadora del Verbo encarnado encontramos a Dios.
Don Olegario entiende el tiempo como tiempo de libertad, de soledad y de esperanza: “Libertad, ya conseguida teóricamente, afirmada vitalmente, amenazada siempre. Soledad padecida, temida y rehuída. Esperanza necesitada, descuidad y vulnerada” ( Raíz de la esperanza., 31)




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