Compresión cristiana del mundo, del hombre y de Dios
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Compresión cristiana del mundo, del hombre y de Dios
Estas tres realidades, estudiadas desde siempre por los pensadores, tanto creyente como no creyentes, tiene desde la compresión cristiana una característica fundamental, y es que constitucionalmente están religadas:
1. Dios es Dios en relación con el mundo: creación, alianza, encarnación
2. El mundo es mundo en relación con Dios: creación, providencia, predestinación
3. El hombre es hombre en relación con Dios: criatura, hijo , humanidad de Dios
Estas tres realidades están tan religadas que no se comprende ninguna de ellas sin las otras.
Olegario González de Cardedal expresa:
No hay otro Dios que el que creó el mundo para que el hombre existiera; y formó el hombre a su imagen, para poder existir él encarnándose en hombre. Una vez que la encarnación ha tenido lugar y perdura para siempre, podemos decir que Dios es nuestra realidad más natural porque es hombre. El destino de la naturaleza, del hombre y de Dios quedan sellados en la encarnación y a la vez que revelado su íntimo ser, porque al ser pertenece tanto aquello de lo que está constituido, hasta el punto de que en el hombre la misión funda su persona.(OGC, Raíz de la esperanza, 77).
Las tres tienen autonomía, y el hombre y Dios, libertad. No se pueden separar aunque para su estudio se haga como ejercicio metodológico, aunque sí se lleva a su últimas consecuencias esta separación terminan en negaciones.
En algún momento del cristianismo, influido por el platonismo tuvo esta tentación de separarlas, así como la filosofía idealista, o la ciencia moderna.
Hoy se sabe bien que Dios quiso desde siempre ser Dios de los hombres como encarnado, y desde siempre, desde toda la eternidad, antes de la creación del mundo y del hombre, Dios era Dios con voluntad de compartir el destino del hombre. Al crear Dios al hombre lo crea como anteproyecto del Dios encarnado, y el hombre reconoce en Jesucristo la realización histórica de su propio ser, y no existe ningún hombre que no sea deiformandus (llamado a la deificación).
De esta forma el hombre permanece unido eternamente a Dios mediante la humanidad de Cristo, porque es Hijo de Dios y porque es nuestro hermano por su encarnación.
En el s. IV se plantearon algunas preguntas:
• Jesús es el Verbo encarnado ¿tuvo existencia personal desde siempre, antes de encarnase, cuando era Dios con el Padre? A esta pregunta responde el Concilio de Nicea, afirmando que en Cristo se ha encarnado el que era Hijo desde toda la eternidad, de la misma naturaleza que el Padre.
• El Jesús hombre ¿permanecerá siempre en carne y humanidad como existió en sl mundo o se despojará de ella? La iglesia en el s. IV respondió con el Credo, afirmando que es Dios encarnado y humanado para siempre.
González de Cardedal sostiene:
La humanidad de Jesús es el signo de nuestra propia afirmación plenificada por Dios, de nuestra humanidad acogida y salvaguardada en su menesterosidad, ya que la unión de Dios con ella no está motivada ni en la necesidad ni en la envidia; afirmación de que cuanto creó lo ama y lo invita a una participación de vida que no tiene límites, y que sin embargo, nunca será una superación o desbordamiento más allá de nosotros mismo. Eterna significación de la humanidad de Cristo en Dios, como medio de conocimiento y como exponente ya de nuestra destinación a ser y perdurar en Dios, manteniendo en un acrecimiento inacabable nuestra propia identidad ( OGC, Jesús de Nazaret, 248).
La humanidad de Cristo permite al hombre conocer su futuro, y a la vez reconocer la dignidad porque Cristo es hombre.
Compresión cristiana del mundo, del hombre y de Dios
Estas tres realidades, estudiadas desde siempre por los pensadores, tanto creyente como no creyentes, tiene desde la compresión cristiana una característica fundamental, y es que constitucionalmente están religadas:
1. Dios es Dios en relación con el mundo: creación, alianza, encarnación
2. El mundo es mundo en relación con Dios: creación, providencia, predestinación
3. El hombre es hombre en relación con Dios: criatura, hijo , humanidad de Dios
Estas tres realidades están tan religadas que no se comprende ninguna de ellas sin las otras.
Olegario González de Cardedal expresa:
No hay otro Dios que el que creó el mundo para que el hombre existiera; y formó el hombre a su imagen, para poder existir él encarnándose en hombre. Una vez que la encarnación ha tenido lugar y perdura para siempre, podemos decir que Dios es nuestra realidad más natural porque es hombre. El destino de la naturaleza, del hombre y de Dios quedan sellados en la encarnación y a la vez que revelado su íntimo ser, porque al ser pertenece tanto aquello de lo que está constituido, hasta el punto de que en el hombre la misión funda su persona.(OGC, Raíz de la esperanza, 77).
Las tres tienen autonomía, y el hombre y Dios, libertad. No se pueden separar aunque para su estudio se haga como ejercicio metodológico, aunque sí se lleva a su últimas consecuencias esta separación terminan en negaciones.
En algún momento del cristianismo, influido por el platonismo tuvo esta tentación de separarlas, así como la filosofía idealista, o la ciencia moderna.
Hoy se sabe bien que Dios quiso desde siempre ser Dios de los hombres como encarnado, y desde siempre, desde toda la eternidad, antes de la creación del mundo y del hombre, Dios era Dios con voluntad de compartir el destino del hombre. Al crear Dios al hombre lo crea como anteproyecto del Dios encarnado, y el hombre reconoce en Jesucristo la realización histórica de su propio ser, y no existe ningún hombre que no sea deiformandus (llamado a la deificación).
De esta forma el hombre permanece unido eternamente a Dios mediante la humanidad de Cristo, porque es Hijo de Dios y porque es nuestro hermano por su encarnación.
En el s. IV se plantearon algunas preguntas:
• Jesús es el Verbo encarnado ¿tuvo existencia personal desde siempre, antes de encarnase, cuando era Dios con el Padre? A esta pregunta responde el Concilio de Nicea, afirmando que en Cristo se ha encarnado el que era Hijo desde toda la eternidad, de la misma naturaleza que el Padre.
• El Jesús hombre ¿permanecerá siempre en carne y humanidad como existió en sl mundo o se despojará de ella? La iglesia en el s. IV respondió con el Credo, afirmando que es Dios encarnado y humanado para siempre.
González de Cardedal sostiene:
La humanidad de Jesús es el signo de nuestra propia afirmación plenificada por Dios, de nuestra humanidad acogida y salvaguardada en su menesterosidad, ya que la unión de Dios con ella no está motivada ni en la necesidad ni en la envidia; afirmación de que cuanto creó lo ama y lo invita a una participación de vida que no tiene límites, y que sin embargo, nunca será una superación o desbordamiento más allá de nosotros mismo. Eterna significación de la humanidad de Cristo en Dios, como medio de conocimiento y como exponente ya de nuestra destinación a ser y perdurar en Dios, manteniendo en un acrecimiento inacabable nuestra propia identidad ( OGC, Jesús de Nazaret, 248).
La humanidad de Cristo permite al hombre conocer su futuro, y a la vez reconocer la dignidad porque Cristo es hombre.
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