Inmigración
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Alberto ARES en Inmigración y nuevas encrucijadas hace una análisis exhaustivo de la población en España hasta 2014 recabando los principales problemas. En su estudios llega a las siguentes conclusiones que por su importancia las reproduzco aquí.
CONCLUSIONES
¿Cómo ser profeta en nuestro mundo diverso ante las nuevas encrucijadas y fronteras que nos plantean las migraciones internacionales?
Esta pregunta nos ha ido acompañando en esta reflexión que ahora concluye. Aquí recogemos algunas de las principales conclusiones que se pueden extraer de este trabajo. Se han clasificado a través de los tres grandes bloques en que se ha dividido el estudio.
¿Qué caminos?
1. Vivimos en una sociedad cada día más envejecida, que necesita de «sangre joven» y creatividad para enfrentar los nuevos retos que nos plantea un mundo global.
2. Los datos confirman que las personas migrantes han venido para quedarse, para continuar un proyecto migratorio a nuestro lado, juntos. Esta fue la tendencia que los españoles hemos seguido en muchos momentos de nuestra historia, hacia América, Europa del Norte... entre otros.
3. Las disposiciones y políticas que ven los flujos migratorios solo en clave mercantilista y de fuerza de trabajo, están dificultando la cohesión social y el enriquecimiento que se produce en el encuentro, junto a una correcta gestión de la diversidad.
4. No tiene sentido seguir implementando casi únicamente políticas de control, sin gestionar la diversidad en clave de hospitalidad y de proyecto común. Si no invertimos y apostamos por la cohesión social, sobre todo en los barrios más empobrecidos estaremos creando un caldo de cultivo, fuente de conflictos y de bolsas de pobreza.
¿Qué encrucijadas?
Existen al menos cuatro encrucijadas o fronteras que se nos plantean en nuestros días:
5. La gestión de la diversidad que enriquece nuestras sociedades y que necesita de cuidado, atención y compromiso.
6. La globalización de la indiferencia que parece anestesiarnos y nos impide compadecernos ante la realidad de los otros, y en especial de los que más sufren.
7. La dignidad humana, ya que es la persona y no la economía la que debería ser pieza central de nuestras sociedades. Cuando anteponemos el dinero, el miedo a la dignidad de la persona, se acaba legitimando la pérdida de derechos humanos, cometiendo tanto en las fronteras (Tarajal, Lampedusa, Melilla,...), como en nuestro territorio (CIEs), episodios que nos avergüenzan y donde se denigra a las personas. No podemos seguir consintiendo esas prácticas reiteradas de vulneración de derechos básicos.
Inmigración y nuevas encrucijadas
8. La desigualdad, que sigue creciendo a pasos agigantados en el mundo y en nuestro país. Un mundo desigual nos perjudica a todos, dejando en la miseria a millones de personas. Una desigualdad que genera más bolsas de pobreza, violencia, opresión y que perpetúa en el poder a las mismas élites a nivel mundial.
Algunas «flechas amarillas»
9. Las comunidades de hospitalidad abren nuevos caminos de revitalización de la vida en común como un signo del anuncio del Evangelio y se presentan como una invitación y una bocanada de aire fresco dentro de nuestras sociedades. Nos jugamos mucho como sociedad e iglesia, en nuestras presencias con las personas más vulnerables. Compartir techo, vida y proyecto es a mi modo de ver hoy un fuerte signo profético. En esta perspectiva pienso que es muy importante que nuestras comunidades integren la dimensión de hospitalidad.
10. Caminar juntos, compartir una visión, estar unidos en la misión es fundamental. Mirar la realidad, los escenarios desde una misma óptica aunque con miradas diversas nos ayuda a abrir nuestras mentes, dinamizar nuevas energías y ser testigos proféticos. Los desafíos que nos plantea nuestro mundo actual, la complejidad e interconectividad global necesitan hoy más que nunca estar unidos en la misión, desde compromisos más fuertes y con respuestas creativas y transformadoras.
11. Si queremos ser profetas en el mundo actual es fundamental tomar una actitud proactiva, saliendo a la calle y encontrándonos con la vida a ras de tierra. Nuestra vida, en lo más nuclear, tiene un humus común que compartimos con cada ser humano. Somos peregrinos que emprendemos en la vida un camino de ida (viaje) y al mismo tiempo un retorno al hogar. Este es uno de los elementos que nos hace reconocer el mundo como nuestro hogar: «Somos hijos de un Peregrino, cuyo hogar es el mundo».
12. El Papa Francisco nos recuerda la importancia de que la Iglesia salga a la calle, se remangue y tome partido por los más necesitados, se convierta en hospital de campaña y tenga siempre las puertas abiertas.
26 13. Cuando salimos a la calle, no es para comunicar un eslogan o para vender un producto, sino para comunicar una «buena noticia» que brota de una pasión y una alegría. No podemos olvidarnos que en este proceso necesitaremos de discernimiento, creatividad y audacia.
14. Una actitud profética en nuestro mundo actual es la incidencia pública, que busca la transformación social cimentada en la cercanía con los excluidos y desde el análisis social.
15. El ser humano sólo encuentra el sentido de su existencia cuando cae en la cuenta de una doble experiencia: la de existir porque Otro le ha dado la vida y la de existir para otra cosa que no se agota en sí mismo. Existen a mi modo de ver dos guías que nos ayudan a cultivar una actitud profética: vivir enraizados y enamorados.
16. Vivir enraizado, es reconocer que cada ser humano es como un árbol que hunde sus raíces en aquello que da sentido a su vida, que hace fluir a bor- botones la sabia por su tronco hasta llegar hasta el último brote de sus ramas. Esas raíces tienen nombres y apellidos: nuestra familia, amigos, educadores..., y para los creyentes, Dios. Vivir enraizado significa vivir con agradecimiento y conectado a la vida.
17. Vivir enamorado, significa cuidar y alimentar la experiencia que nos moviliza en lo más profundo. Nuestra tarea es apasionante, pero no siempre es fácil. Necesitamos mimar la experiencia profunda que da sentido a lo que hacemos. Es algo así como el amor de pareja o una gran amistad. Necesita de cuidados y de hacer memoria del primer encuentro. Aquello de lo que nos enamoremos, lo que arrebate nuestra imaginación, afectará y lo decidirá todo.
Alberto ARES en Inmigración y nuevas encrucijadas hace una análisis exhaustivo de la población en España hasta 2014 recabando los principales problemas. En su estudios llega a las siguentes conclusiones que por su importancia las reproduzco aquí.
CONCLUSIONES
¿Cómo ser profeta en nuestro mundo diverso ante las nuevas encrucijadas y fronteras que nos plantean las migraciones internacionales?
Esta pregunta nos ha ido acompañando en esta reflexión que ahora concluye. Aquí recogemos algunas de las principales conclusiones que se pueden extraer de este trabajo. Se han clasificado a través de los tres grandes bloques en que se ha dividido el estudio.
¿Qué caminos?
1. Vivimos en una sociedad cada día más envejecida, que necesita de «sangre joven» y creatividad para enfrentar los nuevos retos que nos plantea un mundo global.
2. Los datos confirman que las personas migrantes han venido para quedarse, para continuar un proyecto migratorio a nuestro lado, juntos. Esta fue la tendencia que los españoles hemos seguido en muchos momentos de nuestra historia, hacia América, Europa del Norte... entre otros.
3. Las disposiciones y políticas que ven los flujos migratorios solo en clave mercantilista y de fuerza de trabajo, están dificultando la cohesión social y el enriquecimiento que se produce en el encuentro, junto a una correcta gestión de la diversidad.
4. No tiene sentido seguir implementando casi únicamente políticas de control, sin gestionar la diversidad en clave de hospitalidad y de proyecto común. Si no invertimos y apostamos por la cohesión social, sobre todo en los barrios más empobrecidos estaremos creando un caldo de cultivo, fuente de conflictos y de bolsas de pobreza.
¿Qué encrucijadas?
Existen al menos cuatro encrucijadas o fronteras que se nos plantean en nuestros días:
5. La gestión de la diversidad que enriquece nuestras sociedades y que necesita de cuidado, atención y compromiso.
6. La globalización de la indiferencia que parece anestesiarnos y nos impide compadecernos ante la realidad de los otros, y en especial de los que más sufren.
7. La dignidad humana, ya que es la persona y no la economía la que debería ser pieza central de nuestras sociedades. Cuando anteponemos el dinero, el miedo a la dignidad de la persona, se acaba legitimando la pérdida de derechos humanos, cometiendo tanto en las fronteras (Tarajal, Lampedusa, Melilla,...), como en nuestro territorio (CIEs), episodios que nos avergüenzan y donde se denigra a las personas. No podemos seguir consintiendo esas prácticas reiteradas de vulneración de derechos básicos.
Inmigración y nuevas encrucijadas
8. La desigualdad, que sigue creciendo a pasos agigantados en el mundo y en nuestro país. Un mundo desigual nos perjudica a todos, dejando en la miseria a millones de personas. Una desigualdad que genera más bolsas de pobreza, violencia, opresión y que perpetúa en el poder a las mismas élites a nivel mundial.
Algunas «flechas amarillas»
9. Las comunidades de hospitalidad abren nuevos caminos de revitalización de la vida en común como un signo del anuncio del Evangelio y se presentan como una invitación y una bocanada de aire fresco dentro de nuestras sociedades. Nos jugamos mucho como sociedad e iglesia, en nuestras presencias con las personas más vulnerables. Compartir techo, vida y proyecto es a mi modo de ver hoy un fuerte signo profético. En esta perspectiva pienso que es muy importante que nuestras comunidades integren la dimensión de hospitalidad.
10. Caminar juntos, compartir una visión, estar unidos en la misión es fundamental. Mirar la realidad, los escenarios desde una misma óptica aunque con miradas diversas nos ayuda a abrir nuestras mentes, dinamizar nuevas energías y ser testigos proféticos. Los desafíos que nos plantea nuestro mundo actual, la complejidad e interconectividad global necesitan hoy más que nunca estar unidos en la misión, desde compromisos más fuertes y con respuestas creativas y transformadoras.
11. Si queremos ser profetas en el mundo actual es fundamental tomar una actitud proactiva, saliendo a la calle y encontrándonos con la vida a ras de tierra. Nuestra vida, en lo más nuclear, tiene un humus común que compartimos con cada ser humano. Somos peregrinos que emprendemos en la vida un camino de ida (viaje) y al mismo tiempo un retorno al hogar. Este es uno de los elementos que nos hace reconocer el mundo como nuestro hogar: «Somos hijos de un Peregrino, cuyo hogar es el mundo».
12. El Papa Francisco nos recuerda la importancia de que la Iglesia salga a la calle, se remangue y tome partido por los más necesitados, se convierta en hospital de campaña y tenga siempre las puertas abiertas.
26 13. Cuando salimos a la calle, no es para comunicar un eslogan o para vender un producto, sino para comunicar una «buena noticia» que brota de una pasión y una alegría. No podemos olvidarnos que en este proceso necesitaremos de discernimiento, creatividad y audacia.
14. Una actitud profética en nuestro mundo actual es la incidencia pública, que busca la transformación social cimentada en la cercanía con los excluidos y desde el análisis social.
15. El ser humano sólo encuentra el sentido de su existencia cuando cae en la cuenta de una doble experiencia: la de existir porque Otro le ha dado la vida y la de existir para otra cosa que no se agota en sí mismo. Existen a mi modo de ver dos guías que nos ayudan a cultivar una actitud profética: vivir enraizados y enamorados.
16. Vivir enraizado, es reconocer que cada ser humano es como un árbol que hunde sus raíces en aquello que da sentido a su vida, que hace fluir a bor- botones la sabia por su tronco hasta llegar hasta el último brote de sus ramas. Esas raíces tienen nombres y apellidos: nuestra familia, amigos, educadores..., y para los creyentes, Dios. Vivir enraizado significa vivir con agradecimiento y conectado a la vida.
17. Vivir enamorado, significa cuidar y alimentar la experiencia que nos moviliza en lo más profundo. Nuestra tarea es apasionante, pero no siempre es fácil. Necesitamos mimar la experiencia profunda que da sentido a lo que hacemos. Es algo así como el amor de pareja o una gran amistad. Necesita de cuidados y de hacer memoria del primer encuentro. Aquello de lo que nos enamoremos, lo que arrebate nuestra imaginación, afectará y lo decidirá todo.
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