Estructuras de la experiencia mística
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Estructuras de la experiencia mística
El siguiente capítulo lo dedica a establecer las estructuras de la experiencia mística en el cristianismo y en la filosofía. Para ello expone quien el sujeto, el objeto, el medio y la configuración de la vida humana que lleva consigo.
Respecto al sujeto afirma que es el hombre con su personalidad y en un contexto determinado bien intentando comprenderse y realizarse y para acercarse a Dios puede hacerlo a partir de sí mismo o bien abriéndose a una realidad exterior que le de luz y ayuda. Pero cuando se habla del sujeto de la mística cristiana es el hombre, renacido de las aguas y del Espíritu, como un hombre nuevo.
El objeto, conociendo que el hombre es realidad en relación, esta destinado a un despliegue permanente, abierto a la totalidad de lo real, realidades que pueden ser conocidas desde afuera o desde dentro de cada una. El creyente al contrario del filosofo que indaga en su mesa de reflexión, rastrea los signos de Dios, y las huellas que Él ha dejado. El objeto del cristiano no es otro que Dios con nombre, palabra y rostro, revelado por los profetas, y de manera plena y personal por Jesucristo.
Las mediaciones o lugares concretos de la mística cristiana son la tradición apostólica, explicitada en los textos bíblicos y en las liturgias, y la iglesia como suma de comunión fraterna y autoridad vinculante.
En los último tiempos se ha acentuado el enfrentamiento entre el místico y la institución, alegando que le quita el vigor y el frescor originario a la experiencia, y que puede existir una religión mística abstracta, una religión universal olvidando que los grandes místicos, fueron fieles adeptos a las grandes religiones.
Respecto a la configuración de la vida humana que conlleva, hay que recordar que el cristianismo pone en primer plano el Plan de Dios para la vida del mundo, realizado en la exterioridad de la historia por Cristo y en la interioridad de la conciencia por el Espíritu Santo y mediado al mundo por la misión de la Iglesia. Cada persona tiene una misión dada por Dios, y hay diversas realizaciones de vida que pueden tener la misma intensidad de fe y de amor que las experiencias místicas. Por tanto, los místicos no pueden ser considerados como la suprema expresión del cristianismo, porque la perfección se puede alcanzar bien en la acción, en el pensamiento, en el testimonio, en el martirio…
Estructuras de la experiencia mística
El siguiente capítulo lo dedica a establecer las estructuras de la experiencia mística en el cristianismo y en la filosofía. Para ello expone quien el sujeto, el objeto, el medio y la configuración de la vida humana que lleva consigo.
Respecto al sujeto afirma que es el hombre con su personalidad y en un contexto determinado bien intentando comprenderse y realizarse y para acercarse a Dios puede hacerlo a partir de sí mismo o bien abriéndose a una realidad exterior que le de luz y ayuda. Pero cuando se habla del sujeto de la mística cristiana es el hombre, renacido de las aguas y del Espíritu, como un hombre nuevo.
El objeto, conociendo que el hombre es realidad en relación, esta destinado a un despliegue permanente, abierto a la totalidad de lo real, realidades que pueden ser conocidas desde afuera o desde dentro de cada una. El creyente al contrario del filosofo que indaga en su mesa de reflexión, rastrea los signos de Dios, y las huellas que Él ha dejado. El objeto del cristiano no es otro que Dios con nombre, palabra y rostro, revelado por los profetas, y de manera plena y personal por Jesucristo.
Las mediaciones o lugares concretos de la mística cristiana son la tradición apostólica, explicitada en los textos bíblicos y en las liturgias, y la iglesia como suma de comunión fraterna y autoridad vinculante.
En los último tiempos se ha acentuado el enfrentamiento entre el místico y la institución, alegando que le quita el vigor y el frescor originario a la experiencia, y que puede existir una religión mística abstracta, una religión universal olvidando que los grandes místicos, fueron fieles adeptos a las grandes religiones.
Respecto a la configuración de la vida humana que conlleva, hay que recordar que el cristianismo pone en primer plano el Plan de Dios para la vida del mundo, realizado en la exterioridad de la historia por Cristo y en la interioridad de la conciencia por el Espíritu Santo y mediado al mundo por la misión de la Iglesia. Cada persona tiene una misión dada por Dios, y hay diversas realizaciones de vida que pueden tener la misma intensidad de fe y de amor que las experiencias místicas. Por tanto, los místicos no pueden ser considerados como la suprema expresión del cristianismo, porque la perfección se puede alcanzar bien en la acción, en el pensamiento, en el testimonio, en el martirio…
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