Juan Pablo II y los medios de comunicación

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Juan Pablo II, sin dejar de atender los enfoques clásicos pastorales sobre la comunicación (la vigilancia moral, la potencialidad del uso evangelizador de sus instrumentos, y la reflexión teológica sobre la comunicación),  da un paso decisivo en el uso de los medios de comunicación social en la evangelización, porque ya no los superpone al diálogo cultural, sino que los incluye, considerando que estos forman parte de la cultura. 

El punto 37 de su encíclica Redemtoris Missio lo expresa con rotunda claridad utilizándolos como el Areópago moderno:

“El primer areópago del tiempo moderno es el mundo de la comunicación, que está unificando a la humanidad y transformándola —como suele decirse— en una aldea global. Los medios de comunicación social han alcanzado tal importancia, que para muchos son el principal instrumento informativo y formativo, de orientación e inspiración para los comportamientos individuales, familiares y sociales. Las nuevas generaciones, sobre todo, crecen en un mundo condicionado por estos medios. Quizá se ha descuidado un poco este areópago: generalmente se privilegian otros instrumentos para el anuncio evangélico y para la formación cristiana, mientras los medios de comunicación social se dejan a la iniciativa de individuos o de pequeños grupos, y entran en la programación pastoral sólo a nivel secundario. El trabajo en estos medios, sin embargo, no tiene solamente el objetivo de multiplicar el anuncio. Se trata de un hecho más profundo, porque la evangelización misma de la cultura moderna depende en gran parte de su influjo. No basta, pues, usarlos para difundir el mensaje cristiano y el Magisterio de la Iglesia, sino que conviene integrar el mensaje mismo en esta nueva cultura creada por la comunicación moderna. Es un problema complejo, ya que esta cultura nace, aún antes que los contenidos, del hecho mismo de que existen nuevos modos de comunicar con nuevos lenguajes, nuevas técnicas, nuevos comportamientos psicológicos. Mi predecesor Pablo VI decía la ruptura entre el Evangelio y la cultura es sin duda alguna el drama de nuestro tiempo, y el campo de la comunicación actual confirma plenamente este juicio”(JUAN PABLO II, “Redemtoris Missio” (no 37), Ecclesia (Madrid 1991), pp. 185-221. Texto oficial original en latín: Acta Apostolicae Sedis, LXXXII (no 13, Roma 1990), pp. 282-286. (Carta Encíclica sobre la permanente validez del mandato misionero, del 7 de diciembre de 1990).
  

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