Jesús de Nazaret ¿tenía conciencia de su identidad?
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Autoconciencia
de Jesús de Nazaret
Este pequeño comentario
está basado en las ideas de
Olegario González de Cardedal
Una pregunta
que se hacen los creyentes cristianos y sobre la cuál se incide repetitivamente,
es sí Jesús comprendió su persona y su misión, es decir, sí tenía conciencia de
su identidad.
Si se recurre a
la teología se puede encontrar dos
posturas extremas: la conocida como positivismo histórico y la otra, el escepticismo histórico.
La primera
afirma que hay una identidad total
entre los títulos que los demás le dan
a Jesús y las palabras de
testimonio de sí mismo y lo que afirma la Iglesia sobre él, y el segundo, ve una discontinuidad entre el Cristo posterior a la Resurrección y
el Jesús histórico que predica
la buena nueva. Esta última es
inaceptable para un cristiano porque supone la creación del Jesús como Hijo de Dios por parte de la
Iglesia.
Pero hoy se
contempla una tercera postura seguida por múltiples teólogos como Bultmann,
Conzelmann, Marxen, o el propio González de Cardedal, conocida como cristología implícita, indirecta o de realización.
Cualquier hombre proyecta al exterior
una imagen de la autocomprensión
de sí mimo, de su propia existencia,
de su proyecto de futuro, conocida por los demás al observar sus acciones
y escuchar sus palabras y los testimonios
que hace de sí mismo. Si se acude
a la psicología, el autoconcepto es la imagen del yo-conocido que tiene cada persona. Epstein
(1981), tras hacer una profunda revisión de una serie de autores aclara el
concepto y destaca como sus principales características:
- Es una realidad compleja,
integrada por diversos autoconceptos más concretos, como el físico, social,
emocional y académico.
- Es una realidad dinámica que se
modifica con la experiencia.
- Se
desarrolla a partir de las experiencias sociales, especialmente con las
personas significativas.
- El autoconcepto es la
clave para la comprensión de los pensamientos, sentimientos y conductas o
comportamientos de las personas.
Es decir, es la
construcción mental de cómo se percibe a sí misma e incluye valoraciones de
todos los parámetros que son relevantes para la persona: desde la apariencia
física, capacidades sociales, intelectuales, etc. Es decir, está formado por elementos cognitivos (pensamientos),
afectivos (sentimientos) y conativos (comportamientos).
Se va formando
con la experiencia, el sujeto lo percibe como un todo organizado y se puede
modificar con nuevos datos, provenientes de una reinterpretación de la propia
personalidad o de juicios externos.
Conocidos estos
datos de la psicología: ¿Jesús de Nazaret hizo afirmaciones solemnes sobre sí
mismo? La contestación es negativa, pero al leer los Evangelios conocemos su
vida, su predicación, y la coherencia entre sus palabras y sus acciones. Y a
través de ellos se conoce su autoconciencia. Esto es lo que se conoce como Cristología implícita.
Al
analizar sus palabras Jesús habla con autoridad y con total libertad. El se
pronuncia con una legitimidad que no tiene ni el profeta, ni el escriba, ni el
sabio, que la basan en experiencias, en conocimientos, en sabiduría. Sus
palabras están determinadas por su autoconciencia y apoyadas en su persona. Su persona es su autolegitimación.” “Yo os digo…”
¿Cómo se relaciona con las autoridades
sagradas judías? Jesús es
judío, sin formación específica con grandes maestros, cumplidor de la Ley. Y él
se relaciona con las autoridades judías con la misma autoridad demostrada en sus palabras, confirmando la Ley en
algunos casos, transformándola en otros o bien superándola.
¿Cómo se comporta con los grupos humanos, en
ocasiones marginados por la propia Ley judía? El se comporta como el Padre de la parábola de Hijo pródigo,
el Padre que acoge al pecador, el que come con los publicanos, el que cura a
enfermos… Jesús se comporta como el Padre que ama a todos sus hijos, a los
pecadores, a los perdidos, a los alejado.
Bultmann escribe:
“ Jesús no ha
presentado una doctrina explícita sobre su persona, pero ha presentado el hecho
de su persona como significativa, más aún, como decisiva, en la medida en que
él quería ser portador de la palabra decisiva de Dios en la última hora (…) Tal
llamada a la decisión ante su persona implica una cristología”.
¿Cómo se relaciona con Dios? El vive una
relación con Dios basada en la obediencia, fidelidad y oración Se dirige a Él
como ABBA, formula infrecuente en la tradición y que la Iglesia la contempla como expresiva de la conciencia de Jesús
expresada a sus discípulos.
Basándose en
las Escrituras, el Concilio de Nicea afirma la igualdad de naturaleza entre el
Padre y el Hijo, consustancial, expresado en terminología metafísica lo
expresado de forma funcional en la Biblia.
Olegario
González de Cardedal afirma: “sólo puede ser Revelador absoluto de Dios quien
con él comparta ser, conciencia y voluntad. Solo puede ser Salvador absoluto
quien comparta la vida con Dios y sea Dios, porque la salvación es Dios y no
otra cosa”.
El hombre
bíblico se comprende más como relación que como realidad, se define no con
palabras sino con hechos, y Jesús, a través de sus hechos, deja de manera transparente su
autoconciencia. Jesús es el Hijo, es Dios.
Pero a la vez, hay una cristología explicita, es decir,
la declaración expresa de su identidad, partiendo del concepto de revelación,
cuando en el Concilio Vaticano II exige la unión de palabras con los hechos
para que la revelación sea real. Es decir, hechos y testimonio.
Esta cristología muestra como se iba
constituyendo su identidad a la
medida que crecía humanamente, y también como la fueron adquiriendo sus
discípulos.
¿Un niño
pequeño tiene una autoconocimiento total de sí mismo?, ¿lo va adquiriendo a través
de los acontecimientos?, ¿cuándo el hombre tiene un autoconocimiento pleno?
Solo se conoce del todo al final.
La conclusión de Olegario González de Cardedal es la
siguiente:
Por ello postulamos una cristología en
explicitud diferida y conquistada, en función de lo que iba exigiendo su
misión, a la medida del propio itinerario de Jesús, y de la integración de los
Apóstoles en él. A ella concurrieron los hechos que manifestaban la
autoconciencia de Jesús y las palabras que la interpretaban. Jesús es así
Revelador con el hacer y el decir. Sin uno u otro, la revelación hubiera
quedado sin acreditar o sin completar, ya que los hechos sin palabras retienen
una última oscuridad, que por sí solos no pueden superar.
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