Experiencia religiosa

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Si se parte de la fe del hombre, de esa dimensión subjetiva de la credibilidad, con los avances de las ciencias experimentales y las ciencias de las religiones, entre ellas la psicología y la sociología de la religión, es necesario hablar  del valor de  la experiencia religiosa, denostada en los siglos anteriores.


H. De Lubac la preconiza como fundamental para la fe[1]: “en el marco de la tradición católica, la religión _ y me refiero aquí a la experiencia religiosa fundamental _es la premisa indispensable para el nacimiento y florecimiento de la fe”. En la Historia de la Revelación y en la Tradición cristiana la experiencia religiosa es el medio expresivo, normal y constante de la fe. Tanto en la Biblia, como en la Patrística, en la época medieval, es una forma continua de expresión, y por tanto, en todas sus forma escritas y no escritas, se trasmite de una generación a otra , la experiencia colectiva y específicamente cristiana de Dios en Jesucristo. Toca por tanto los puntos centrales de la revelación de Dios en Jesucristo, su credibilidad y su transmisión.
Es después del Concilio Vaticano II, en la constitución dogmática sobre la revelación divina del concilio Vaticano II, Dei Verbum,  cuando se  ofrece un texto que  aporta luz acerca de la importancia de la experiencia en la vida cristiana: “esta Tradición va creciendo en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo; es decir, crece la comprensión de las palabras e instituciones trasmitidas cuando los fieles las contemplan y estudian repasándolas en su corazón (Lc 2,19-51), y cuando hace experiencia internamente de los misterios que viven […]”.
Al hablar de experiencia religiosa se hace en el nivel plenamente personal de la experiencia, y  en este nivel, la persona se involucra toda ella, su capacidad intelectual, su libertad, sus sentimiento, su voluntad…,  y dones de la gracia, para entrar en relación con el misterio del Absoluto, de Dios. En síntesis, la experiencia de Dios consiste sustancialmente en estar delante de Dios, en su presencia para acoger su amor envolvente.




[1] H.de Lubac, Foi, croyance, religión, en NRTU (1967) 338-346.

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