¿Por qué se hacen santos?
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En primer lugar, recordar que la vocación cristiana a la santidad es algo neurálgico, esencial, vital para todos los bautizados. Dan testimonio y estimulan el ejemplo.
En segundo lugar, la santidad oficialmente reconocida por la Iglesia redunda en la gloria de Dios y sirve al bien de los demás. Es reconocer la existencia De Dios como amor, bondad, belleza y santidad.
En tercer lugar es reconocer las virtudes de los santos en distintas circunstancias Es dar a entender que Dios está presente en todo tiempo y entono lugar
Así, pues, ¿cómo afrontar hoy la misión evangelizadora en medio de una sociedad descreída, desigual e injusta, “magnífica y atormentada”, que dijera el Concilio? No con ideologías o banderías, sino mediante la santidad.
Santidad que sigue siendo, desde el amor y la centralidad de Jesucristo y desde la escucha a los signos de los tiempos, amar y servir apasionadamente a la Iglesia y a la entera humanidad, sobre todo a la más necesitada y preterida.
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