Interioridad como acceso a Dios
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MARÍA JOSÉ MARIÑO CM "RECUPERAR EL CORAZÓN. LA INTERIORIDAD COMO CUESTIÓN HOY" en REVISTA DE ESPIRITUALIDAD, 75 (2016), 161-187
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MARÍA JOSÉ MARIÑO CM "RECUPERAR EL CORAZÓN. LA INTERIORIDAD COMO CUESTIÓN HOY" en REVISTA DE ESPIRITUALIDAD, 75 (2016), 161-187
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7 ... A LA INTERIORIDAD COMO ACCESO
La interioridad es, por tanto, una puerta de acceso en cuanto caracterización de la dimensión espiritual del ser humano y en cuanto mistagogía que conduce a los umbrales del Misterio que, como tal, solo puede hacerse accesible por don inesperado y gratuito.
Nada mejor que las palabras llegadas del mundo de la pastoral para exponerlo:
Hemos de apostar por una cultura de la interioridad, una cultura que recupere al hombre interior y su capacidad para reflexionar, discernir, amar y optar en libertad personal y en solidaridad compro- metida. Apostar por una cultura de la interioridad no significa intimismo ni marginación insolidaria. Todo lo contrario, solo la persona entrañable será capaz de asumir respuestas y compromisos. En la acción pastoral es imprescindible tener en cuenta que sin interiorización es imposible un proceso de adhesión a la fe.
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Una pedagogía de la interioridad supone introducirnos, sea cual sea el modo de acceso, en la progresiva conciencia de la desproporción que nos traspasa, del desgarro que se produce entre nuestra intrínseca finitud y la infinita apertura que toma tan diversas formas en nuestra existencia.
Se trata de palpar la tensión entre inmanencia y trascendencia en nuestro propio ser, nuestro carácter misterioso, abierto y excéntrico. La llamada pregunta por el sentido de la vida significará una expresión densa de esta dimensión religiosa de nuestra existencia.
Instalarse en la trivialidad resulta más cómodo y nos permite gustar una “felicidad fácil”.
Al fin, el mundo interior inicia como descubrimiento, experiencia y aprendizaje. Prosigue como camino y cultivo, quedando en nuestras manos su despliegue o carencia y, con ello, la configuración y orientación determinadas de nuestra vida.
Desde otra experiencia y tradición, se trata de lo que Panikkar denominó autofanía (descubrir el propio corazón) y apertura a la experiencia teofánica (descubrir la manifestación del Misterio en la inma- nencia), dos invitaciones y experiencias que acontecen simultáneamente desde el interior.
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