“Francisco de Asís : hospedar al leproso, encontrar la salvación”

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Moore, Michael P. “Francisco de Asís : hospedar al leproso, encontrar la salvación” [en línea]. Jornadas : Diálogos entre Literatura, Estética y Teología “La hospitalidad: encuentro y desafío”, VII, 7-9 mayo 2019. Universidad Católica Argentina. Facultad de Filosofía y Letras. Facultad de Teología, Buenos Aires.

"El autor de la Carta a los hebreos nos aconseja: “no olvidéis la hospitalidad, pues gracias a ella algunos hospedaron, sin saberlo, ángeles” (Heb 13,2). 

Francisco de Asís, sabiéndolo, en los inicios de su aventura evangélica, practicó la hospitalidad con los leprosos que, antes, lo hospedaron a él (en el leprosario). Pero no se trató de una praxis con la belleza angélica dei-forme sino en la carne herida y de-forme. Y lo que no sabía Francisco es que esa experiencia de misericordiosa hospitalidad le cambiaría el presente y el futuro. Lo primero, porque le permitiría hacer el quiebre en su proceso de búsqueda vocacional y, lo segundo, porque esa experiencia fundante le posibilitaría, en adelante, enfrentar y resolver situaciones traumáticas (el pecado, la ingratitud, la enfermedad, la muerte...) de un modo evangélico y jesuánico.
Así, en el dinamismo de donación y recepción que define toda hospitalidad será el más vulnerable el leproso quien realizará la más significativa donación/revelación. Porque en esa carne des-humanizada, Francisco “comprenderá” aunque caiga en la cuenta tiempo después lo que es la encarnación: la kénosis misericordiosa de un Dios que se manifiesta de un modo especial en la carne destrozada de la humanidad. 
Un Dios que, en Jesús, lava esos pies, se hace menor (elDeus semper maior se trastoca en el Deus semper minor); un Jesús que seduce a Francisco de tal modo que también él querrá ser hermano menor; y desde ese lugar social y teologal, hospedar a todos, de un modo particular a los pobres y excluidos. Con lo cual se rompe “la simetría, ley fundamental de todo encuentro auténtico” (Theobald 2016 75-76), desde la doble asimetría que supone la encarnación: la de un Dios que se hace Hombre y la de un Hombre que se hace menor; y desde ahí lava, sirve, hospeda. El pobre de Asís como el profeta de Nazaret hospeda “desde abajo”.
Sin duda, “Dios se manifiesta en el encuentro, por el hecho de la encarnación . . . Él habita entre nosotros, no en un templo” (Theobald 2016 83); pero hay que dar un paso más, porque “dado que la encarnación no es aséptica, desde el momento en que Dios elige entrar a la historia desde los márgenes, se nos revela su opción por las víctimas. Por la encarnación, Dios, de algún modo,
se une a todo hombre (cf. GS 22) pero esa unión con todos la realiza y revela desde algunos: desde el lugar del pobre, de quien no tiene una vida digna asegurada” (Moore 2017 393). Francisco descubrió a nivel intuitivo esta verdad fundamental del Cristianismo practicando la hospitalidad y la misericordia con los leprosos: los pobres y víctimas por excelencia de su tiempo. 

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