Nueva religiosidad en los años 60 del siglo XX

A mediados de los años sesenta se produce un cambio cultural y religioso en las culturas de las sociedades occidentales. La Nueva Era y las corrientes revitalizadoras del catolicismo como la Renovación Carismática representan una fuerte crítica al dualismo de la cultura occidental expresado en la distinción, cuerpo/alma, naturaleza /cultura, individuo /sociedad. 

 Nicolaás Viotti[1] escribe:

 

“En esas alternativas espirituales “de síntesis” resulta fuertemente significativo el tono terapéutico focalizado en el confort psicológico, corporal y espiritual, así como una fuerte impronta en los valores del “cambio de vida” y la “experiencia intensa” como ejes de una redefinición de los criterios modernos del bienestar que sintomáticamente resultan comunes tanto al revivalismo  católico  como al horizonte de la espiritualidad alternativa (Heelas & Woodhead, 2005; McGuire, 1988; Oliveira, 2004; Phillip, 1992) 

Prácticas como la imposición de manos, la oración y la “vivencia” del Espíritu Santo son habituales en un contexto de reducción de la distancia con Dios que ofertan las misas de sanación y los grupos de oración carismáticos. Por otro lado, la meditación, las prácticas centradas en la “nueva conciencia del cuerpo” y en el fluir de la Energía, acompañan un movimiento de integración holística que suele articular aspectos de la vida cotidiana con el ecologismo y la “vida sana” en una enorme diversidad de prácticas  alternativas que van desde el yoga, las terapias corporales, el neoshamanismo y los heterogéneos saberes de la autoayuda”. 



[1] N. VIOTTI, «Notas sobre socialidad y jerarquización  en la nueva religiosidad de los sectores medios urbanos»,  en Papeles de Trabajo 5  8 (2011) 135-152. 

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