Ecumenismo y Concilio Vaticano II




La Iglesia católica y el diálogo interreligioso
27.07.20


El Concilio Vaticano II introdujo un cambio radical en la actitud de la Iglesia católica hacia las otras religiones. 
De hecho, el proyecto original de la Nostra aetate iba dirigido a una declaración sobre el hebraísmo, que los obispos del Oriente Medio pidieron extender también al Islam, y los asiáticos consiguieron, por último, que comprendiese a todas las religiones (Langa, 268 ss.).

La declaración Nostra aetate reconoce que en la experiencia religiosa de los hombres hay desde los inicios cierta «percepción de aquella potencia arcana, que está presente en el curso de las cosas y de los acontecimientos de la vida humana, e incluso a veces se reconoce la divina suprema o también el Padre» (n.2; cf. la LG 16: en definitiva hallamos aquí asumida la doctrina patrística de los semina Verbi, de los gérmenes del Verbo presentes en las otras religiones; y de la doctrina de la praeparatio evangelica, pero sobre todo el reconocimiento de la acción del Espíritu Santo no sólo en la Iglesia, sino también fuera de ella, o sea en las otras religiones).


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