feminismo en Afganistán

 

Feminismo en Afganistán

Feminismo en Afganistán 

Desde que existe el ser humano, la historia de la humanidad ha sido la historia del hombre. Guerras, trabajo, ciencia y cultura para ellos, hogar y maternidad para ellas. Las mujeres parían y cuidaban la familia con las excepciones que quedaron en la historia. Siempre hubo sociedades matriarcales pero el patriarcado fue dominante en la mayoría de culturas. Aunque la lucha por la igualdad de las mujeres es anterior, la sociedad comenzó a cambiar de patrón a mediados del siglo pasado.

Derrotado el nazismo en la II Guerra Mundial, la Declaración Universal de los Derechos Humanos (ONU, 1948) fundó una sociedad de mujeres y hombres libres e iguales que se asentó en Europa, aunque algunos países mantuvieron sus dictaduras hasta 1989 bajo el yugo comunista (tan criminal como el nazismo). Los vientos de igualdad, libertad y democracia llegaron a España en la década de los 70 con la clase media, y la Transición (1976-82) reconoció la igualdad entre hombres y mujeres en la Constitución (1978).

No existe causa más noble y justa que el feminismo. Prostituir sus valores, la igualdad entre el hombre y la mujer, con políticas que imponen privilegios y superioridad de la mujer por serlo y subordinación del hombre por lo mismo merece la crítica más rotunda. El feminismo oficial pretende que comulguemos con ruedas de molino aplicando políticas fanáticas enmascaradas de feminismo que perjudican a las mujeres. Hasta que empezaron a imponerlas con leyes, cuotas y ascensos, donde había una mujer nadie sospechaba que tuviera que ver con trato de favor o privilegio sino por méritos propios. Ahora, ocupando el cargo merecidamente, los privilegios creados arrojan dudas sobre ellas.

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