¿Por qué los franciscanos no usan cinturón?




Piero Bargellini, Los santos también son hombres. Madrid, Ediciones Rialp (Col. Patmos, Libros de espiritualidad - 116), 1964; pp. 107-123: San Francisco, hombre fantaseador.



SAN FRANCISCO, HOMBRE FANTASEADOR

PIERO BARGELLINI


"Salió al aire libre e inmediatamente puso en práctica el consejo evangélico. Se descalzó, se puso un sayal campesino, tiró su cinturón de cuero y, en su lugar, se anudó a los riñones una cuerda. Y es que acababa de ver, con los ojos de su fantasía, lo que significaba aquella transformación y, especialmente, lo que significaba aquel cambio del cinturón de cuero por la cuerda de cáñamo.

Porque en la Edad Media el cinturón de cuero era la parte más importante del traje, tan importante que, cuando Dante quiera alabar la ruda sencillez de los viejos florentinos, dirá que van «ceñidos de cuero y de hueso», aludiendo así a un solo elemento de su vestido: el cinturón de cuero, con su hebilla de hueso. 

Los atildados vestidos medievales carecieron de bolsillos interiores, por lo que cada cosa se sujetaba al cinturón por medio de distintas hebillas. Hoy no tenemos idea del gran uso que entonces se hacía de las hebillas. Una multitud de hebillas mantenían unidos los arreos del caballo y las albardas de los mulos. Y, además de la hebilla o «tahalí» mayor, otras hebillas pendían del cinturón de cuero.

Los fabricantes de hebillas formaban una rica corporación: la de los hebilleros, que daban su nombre a calles enteras en las ciudades artesanas.

Por medio de las hebillas colgaban del cinturón de los caballeros y de los soldados las espadas, los puñales y las hachas. 

Por medio de las hebillas colgaban del cinturón de los magistrados las llaves y los sellos.

Por medio de las hebillas colgaban del cinturón de los notarios el tintero y el estuche de las plumas.

Por medio de las hebillas colgaban del cinturón de los letrados las tablillas enceradas y los estilos.

Por medio de las hebillas colgaban del cinturón de los artesanos las tenazas y los punzones.

Por medio de las hebillas colgaban del cinturón de los mercaderes las bolsas y las escarcelas.

Y, finalmente, por medio de las hebillas colgaban del cinturón de los cortesanos los guantes, los pañizuelos y otras diversas chucherías.

El cinturón era, pues, el indumento que representaba y sostenía la mundanidad y la riqueza, la autoridad y el poder, la fortuna y la cultura.

Un hombre desceñido era, por tanto, un hombre indefenso e indecoroso.

Y así, cuando Francisco se deshebilló su cinturón de cuero en aquella lejana mañana luminosa, apartó de sí todo objeto superfluo. 
Vio caer a sus pies todo aquello que, ideal y materialmente, quedaba asegurado por las hebillas en la vida del hombre. 
Y quedó erguido, libre, despojado, en medio de un círculo en el cual veía, con su fantasía, entremezclados las espadas, los puñales, las llaves, los sellos, los tinteros, las tablillas, los estilos, los guantes, los bolsos y las escarcelas de todo volumen, de toda capacidad y de todo peso.

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