La estética se hace realidad en la intimidad

Duvanca Reyes, E., & Aldana Piñeros, A. (2022). La experiencia estética, intimidad y belleza. En Santa Cruz Vera, D. (comp.), Persona, creatividad y educación de la intimidad (pp. 47-58). Editorial Universidad Católica de Colombia.

https://doi.org/10.14718/9786287554245.2022.3

¿A qué invita, entonces, una experiencia estética? Platón decía que el alma se eleva por medio de la experiencia del amor y la belleza. No hay experiencia que no cause una afectación al ser en lo más íntimo, por eso esta experiencia enseña a afinar el tercer ojo —otros dicen el tercer oído—, a moderar los sentidos y educar el juicio estético, a no dar por aceptado que todo lo que satisface es belleza, pues el camino para percibirla es más profundo aún. De algún modo, hay que esforzar el entendimiento para encontrar significados, desarro- llar el don de la percepción y la conciencia para purificar la mera sensación, mucho más ahora con la presión que ejercen las corrientes de la sociedad del exceso.
La experiencia estética propicia una navegación intensa en ciertas esferas internas de lo humano sin evitar la profundidad y lo que en-cuentra en ellas. Es por ello que recurre a un proceso de conocimiento que exige una apertura individual y libre, en donde se debe asumir el riesgo de descubrir epifanías y contrastes, pero también contradicciones que, por lo general, dejan al ser humano en el umbral del análisis o de la reflexión, no solo de la realidad circundante sino del camino de reconocimiento personal que hila su condición humana con el misterio de la belleza.

La experiencia estética se hace real en la intimidad del ser humano, se manifiesta en la expresión elevada de y con los otros. La intimidad es recogimiento afianzado en la contemplación, es el núcleo inteligente y espiritual de la capacidad humana para advertir la luz del entendimiento del fenómeno artístico o de la realidad que tiene frente a sus ojos, frente a sí mismo, frente a todo su ser.

La intimidad es recinto sagrado personal donde el arte puede tocar sutilmente y quedarse en el refugio de la conciencia; una formación espiritual elevada permitirá advertir el regalo de esta: el poder de manifestar, de expresar, de interpretar la realidad y de transformarla.

La belleza, el comburente predilecto del arte, aquello que el ser humano persigue, ya sea conocimiento, iluminación o perfección, se advierte en íntima proximidad con el hombre, y este encuentra una fuerte necesidad de ella. Por esto trata de definirla, pues le significa una gran oportunidad para encontrarse a sí mismo; así, entonces, se le presenta la experiencia estética como un vehículo adecuado, cuya misión es descubrir la belleza, pues todo es susceptible de ella.

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