¿Cómo decir al pobre e “insignificante” que Dios lo ama?



GUSTAVO GUTIÉRREZ

LA TEOLOGÍA LATINOAMERICANA Y CARIBEÑA. TRAYECTORIA Y PERSPECTIVAS

En esta conferencia, presentada en el Congreso Continental de Teología en 2012 con motivo de los 50 años del comienzo del concilio Vaticano II y los 40 de la teología de la liberación, el autor expone algunos de los elementos esenciales de la trayectoria de esta teología. Re- cuerda la centralidad y vigencia de la pregunta: ¿cómo decir al pobre e “insignificante” que Dios lo ama? Y reivindica el papel de la teología de la liberación ante los retos más importantes a los que se en-renta la fe en este momento.

Selecciones de Teología Páginas 38 (2013) 14-29. 


Si hubiera que encontrar una fórmula breve para hablar de la teología hecha en Latinoamérica y el Caribe podríamos decir que es una reflexión que llama a vivir una bienaventuranza inspirada en el evangelio de Mateo; y que en forma de arco va de “dichosos los pobres de espíritu” (Mt 5,3) hasta “porque cuanto hicieron por mis hermanas y hermanos más pequeños, a mí me lo hicieron” (Mt 25,40), de ellos es el Reino de los cielos (Mt 5,3). 

Los pobres de espíritu son los que ponen su vida en manos de Dios y, en consecuencia, viven la solidaridad con los pobres reales y salen de su camino -como el samaritano- para atender a una persona en necesidad, sea quien fuere. Eso son, y deben ser, los discípulos. “Cerca del pobre, cerca de Dios” (Monseñor Romero). A eso conduce la práctica de la opción preferencial por el pobre.


La teología es una hermenéutica de la esperanza. Al dar razón de ella (cf., 1Pe 3,5) estamos haciendo teología. La esperanza es un don, una gracia: acoger ese don llama a forjar motivos para esperar. 

Esperar no es aguardar, supone una acción, una creación. Se trata de dar razón del amor de Dios. Desde su perspectiva, Walter Benjamin decía que la utopía de un mundo justo y fraterno viene más de la compasión por el sufrimiento de tantos que de la seguridad del futuro. Esa compasión es una poderosa razón para crear en la historia motivos de esperanza. A eso estamos llamados.

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