Teología y poesía. González de Cardedal



"¿Tiene la teología que prestar oídos a la poesía? La teología en largos tramos de su historia, ha sido sierva fiel de la filosofía, sometiéndose a sus exigencias de universalidad y de racionalidad, hasta olvidar en parte los hechos particulares y las experiencias personales que la fundan. Pero, ¿bastan, como pretendían Kant y toda la ilustración, la razón universal, con sus evidencias irresistibles para fundar sentido, a la vez para ofrecer esperanza y salvación a la vida humana? Después de haber servido a la filosofía, la teología se inclinó recientemente a servir a la ciencia. 

Ésta, comprendida como ciencia positiva o matemática, ha querido imponer, su soberanía, reclamando ser el único fundamento para la racionalidad y desplazando fuera del ámbito humanamente significante, todo lo que no acepta sus imperativos. La teología también sintió la tentación de servirla no solo en cuanto que también para ella la racionalidad y el método y el lenguaje comunicable, son exigencias sagradas, sino aceptando su forma concreta de racionalidad, método y lenguaje. El resultado fue que solo le quedaron dos soluciones: plegarse a ese ideal científico de ciencia o exiliarse a los aledaños de la ciudad. 

El destino de la teología fue el mismo de la poesía. Sócrates murió fuera de la ciudad, por considerársele una amenaza contra los fundamentos de Atenas y Jesucristo fue crucificado extramuros de Jerusalén. (González de Cardedal, 1996, p. 10)

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