Cruces blancas



Los paisaje alpujarreños durante la primera mitad del siglo XVI se vieron salpicados por cruces de mármol (de ahí su apelativo “blanca”, en alusión al color), generalmente de Macael, que servían sobre todo para la doctrina. 

En la propia Granada estaba la Cruz Blanca, tan afamada en la ciudad por ser donde la tradición sitúa que se descubrió el cadáver de la emperatriz doña Isabel y verificó la conversión del Duque de Gandía, con abundante literatura de vivencias populares, conjugando perfectamente con el binomio arte-religiosidad. (MARTÍN GARCÍA, Juan Manuel. “Las cruces…”, pp. 354 y 355).

La rebelión morisca y su martirologio en la Alpujarra: manifestaciones crucíferas 
Valeriano Sánchez Ramos

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