Reliquias y un altar intocable Santigo de Compostela

 POR Valeria Pereiras


La consagración: reliquias y un altar intocable

La ceremonia de consagración, celebrada el 6 de mayo del año 899, fue solemne y estuvo cargada de simbolismo. Según recoge La España Sagrada, los obispos presentes consagraron primero el altar principal en honor de Jesucristo Salvador. A su derecha, se colocó el altar de los apóstoles Pedro y Pablo; a la izquierda, el de San Juan Evangelista.

Retablo de la Capilla de las Reliquias de la Catedral de Santiago / CC

Cada altar recibió las reliquias traídas expresamente para la ocasión: en el altar de San Juan Apóstol se depositaron las de su titular, del Sepulcro del Señor, de San Bartolomé, San Lorenzo, San Baudilio y Santa Leocadia. En el baptisterio, se colocaron reliquias de San Juan Bautista, de la Sangre del Señor, de Santa María Virgen, de Santa Leocricia, Santa Basilisa, San Julián y Santa Eulalia de Mérida.

Pero el altar principal, erguido sobre el sepulcro del Apóstol Santiago —descubierto tiempo atrás por Teodomiro— fue respetado absolutamente. Ni los obispos se atrevieron a modificarlo. Tal como recoge el acta: “super corpore beati Apostoli patet altarium sacrum... unde nemo ex nobis ausus fuit tollere saxa” (“sobre el cuerpo del Apóstol se extiende el altar sagrado, cuya antigua estructura nadie osó tocar”)".

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