Enseñar al que no sabe
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Francisco Conesa
escribe un artículo titulado Nuevo
ateísmo que hace reflexionar a los creyentes comprometidos. Sus ideas
serían las que a continuación se exponen:
Al comienzo de
siglo se tenía la falsa impresión de que el ateísmo había dejado de ser beligerante,
porque la inmensa mayoría era indiferente, quizás por la caída de los países comunistas, quizás
por el auge del pensamiento débil.
Pero hace una
década, han vuelto a aparecer, no solo los que niegan a Dios, sino los que quieren
desterrar a la religión de la sociedad. Ha aumentado el número de libros en contra de la religión, unos científicos y otros más
divulgativos, así como organizaciones o campañas en contra de Dios.
Se conoce como Nuevo Ateísmo. El principal promotor de
estas ideas es Richard Dawkins, siendo su obra más influyente sobre el tema El espejismo de Dios (2006). También Christopher Hitchens (1949-2011) con
su obra Dios no es bueno (2007) o, Daniel Dennett, con la obra Romper el hechizo. La religión como
fenómeno natural (2006) o Sam Harris con El ân de la fe (2004) que promueve la intolerancia con las religiones, dado que las mismas llevan consigo inexorablemente a la irracionalidad y el terror, son los mejores representantes de esta corriente.
su obra Dios no es bueno (2007) o, Daniel Dennett, con la obra Romper el hechizo. La religión como
fenómeno natural (2006) o Sam Harris con El ân de la fe (2004) que promueve la intolerancia con las religiones, dado que las mismas llevan consigo inexorablemente a la irracionalidad y el terror, son los mejores representantes de esta corriente.
Este Nuevo Ateísmo surge en un contexto
diferente a la época anterior, iniciándose con el atentado del 11 de
septiembre, donde se asoció
la religión con la violencia. Junto a esto hay que unir la negación de la teoría
de la evolución por parte de cristianos evangélicos, que no la admitían porque
se oponía al relato de la Biblia, y además, la gran proliferación de sectas que
vino a enturbiar la vida social, sobre todo en América.
El hecho de
escribir libros polémicos, hizo que tuviesen gran repercusión mediática,
poniendo de manifiesto su agresividad ante las religiones tomando por bandera
el nombre de la ciencia. Todo esto conducía en la práctica a un intento de exclusión total de la religión en la
vida social. Sus argumentos se basaban en la oposición entre fe y ciencia; el unir religión y violencia;
la inmoralidad de la religión; en la imposibilidad de la revelación
sobrenatural; en considerar a la religión un subproducto inventado por el
hombre. En definitiva, su intención implícita es promover un
laicismo excluyente.
La pregunta es: ¿vale
la pena dialogar con el Nuevo Ateísmo?
Como creyente la
respuesta es positiva, es necesario el dialogo tanto con la cultura de la
increencia como con las personas concretas que viven como si Dios no existiera,
aunque este dialogo es muy difícil ante las actitudes beligerantes de muchos
nuevos ateos. Se debe dialogar sobre los valores que construyen la sociedad,
sobre las raíces de su postura atea, no como consecuencia de la ciencia, sino
de una postura filosófica, de una actitud de vida. En este dialogo es necesario
respetar la autonomía de las ciencias pero exigir esa misma autonomía para la
ciencia teológica.
¿Qué implica este
actitud de dialogo? Una gran preparación tanto de laicos como de pastores, para
comprender que la fe no es una creencia ciega ni tampoco irracional, y la
necesidad de estar atentos a toda
manifestación de fundamentalismo, perversión de la fe religiosa.
Esta actitud de
dialogo, de apertura, reporta un
gran beneficio a los creyentes porque ayuda a purificar la imagen de Dios.
Una vez leídas esta
afirmaciones de Conesa recurrimos
a las palabras del Papa Francisco. En el Discurso del Papa a la Congregación
para la doctrina de la fe del 29/01/2016,
este decía: «La fe cristiana no sólo es
conocimiento para conservar en la memoria, sino verdad que hay que vivir en el
amor»
“…ha instado a
continuación a todo el pueblo cristiano, sea a los pastores que a los fieles, a
redescubrir en este Jubileo las obras de misericordia corporales y espirituales
porque cuando, en el ocaso de la vida, se nos preguntará si hemos dado
de comer al hambriento y de beber al sediento, también se nos preguntará «si
hemos ayudado a las personas a salir de sus dudas, si nos hemos
comprometido a acoger a los pecadores, advirtiéndolos o corrigiéndolos, si
hemos sido capaces de luchar contra la ignorancia, especialmente la relativa a
la fe cristiana y a la vida buena. Esta atención a las obras de misericordia es
importante: no son una devoción. Es la forma concreta en que los cristianos
deben aplicar el espíritu de misericordia...Tenemos que volver a enseñar a los
fieles que son muy importantes”.
En la fe y en la
caridad se produce una relación cognoscitiva y unificadora con el misterio del
Amor, que es Dios mismo.
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