Poema:"Iglesias Vacías"
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Canción
Se dice que todo los españoles tienen algo de locura y una pequeña vena de poeta.
Yo no se si se advierte en mí lo primero, pero si es cierto que de vez en cuando, surge en mi interior el ansía de crear belleza y uno palabras como las poetisas.
Hace años, en el 2004, reuní mis pequeños poemas, mis “engendros” (descripciones de personajes malformados), mis cuentos y surgió un libro titulado “Mariposas en mi ventana” dedicado a la más bella de todas, mi hija, no solo en lo físico (que si es bella) sino porque reúne unas cualidades que la convierten en mi mariposa mas brillante y apreciada.
Voy a presentar una mariposa pequeña, casi sin brillo que escribí en un momento en que mi fe estaba recubierta de negros nubarrones.
SOS… Iglesias vacías
grito de júbilo de algunos poetas,
dime tú que vas a la Iglesia
¿no notas la savia nueva?
¿Hasta cuando, Señor, hasta cuando?
Lamento angustioso de tu pueblo vencido,
Dime tú, de Dios convencido
¿no notas el tocón florido?
Tiempos negros, difíciles, sin sentido,
victoria aparente de la Bestia,
dime tú, hombre desesperado
¿no notas el árbol crecido?
Joseph Ratzinger, encuentra de manera accidental, un texto de Gandhi que lo aplica a la liturgia:
«Gandhi reconoce los tres espacios vitales del cosmos y cómo cada uno de estos espacios vitales tienen también su propio modo de ser. En el mar viven los peces y callan. Los animales de la tierra gritan; pero las aves, cuyo espacio vital es el cielo, cantan. Lo propio del mar es el silencio; lo propio de la tierra, el grito; y lo propio de los cielos, el canto. Pero el hombre participa de las tres cosas: lleva consigo la profundidad del mar, el peso de la tierra, y la altura del cielo, y por eso le pertenecen las tres propiedades: el callar, el grito y el canto. Hoy... - añade Ratzinger - vemos cómo al hombre, privado de la trascendencia, le queda sólo el grito, porque sólo quiere ser tierra e intenta convertir el cielo y la profundidad del mar en tierra suya. La liturgia rectamente entendida, la liturgia de la comunión de los santos, devuelve la integridad al hombre. Le enseña de nuevo a callar y a cantar abriéndole la profundidad del mar y enseñándole a volar, que es el modo de ser del ángel; al elevar su corazón, hace resonar de nuevo en él el canto sepultado. Y podemos afirmar ahora incluso, a la inversa, que la liturgia bien entendida se reconoce porque nos libra de un obrar genérico y nos devuelve la profundidad y la altura, el silencio y el canto. La liturgia bien entendida se reconoce en que es cósmica, no hecha a medida para un grupo. Canta con los ángeles. Calla con la profundad del expectante universo. Y así redime a la tierra» (Ratzinger J., 2012,Cuarenta años de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia. Retrospectiva y prospectiva, en Obras Completas XI, Teología de la liturgia. Madrid. pp. 408-409).
Volvamos a mi pequeña mariposa. Son tres estrofas y cada una consta de dos partes. Una parte que analiza la realidad que nos envuelve y la segunda un deseo, una esperanza. Cuando lo escribí era un grito, un grito angustioso, era el animal de la tierra que no callaba ni cantaba, porque no entendía a ese Dios escondido, por mi fe nublada que me impedía verlo y por mi mente racionalista inculcada desde la niñez.
Hoy quiero que sea un canto de alabanza al Dios Amor, y a la vez un canto de súplica por todos los niños desamparados, por las mujeres a las que le han arrebatado su dignidad, por las manos erguidas en el agua que mueren con la utopía de un mundo mejor; quiero que sea una súplica por todos aquellos que no suplican, pero sobre todo le pido coraje para que los cristianos seamos cristianos sin complejos. Soy mar, tierra y cielo y callo, grito y canto, y expreso mis sentimientos en una esperanza viva al Dios Misericordioso.
Canción
Se dice que todo los españoles tienen algo de locura y una pequeña vena de poeta.
Yo no se si se advierte en mí lo primero, pero si es cierto que de vez en cuando, surge en mi interior el ansía de crear belleza y uno palabras como las poetisas.
Hace años, en el 2004, reuní mis pequeños poemas, mis “engendros” (descripciones de personajes malformados), mis cuentos y surgió un libro titulado “Mariposas en mi ventana” dedicado a la más bella de todas, mi hija, no solo en lo físico (que si es bella) sino porque reúne unas cualidades que la convierten en mi mariposa mas brillante y apreciada.
Voy a presentar una mariposa pequeña, casi sin brillo que escribí en un momento en que mi fe estaba recubierta de negros nubarrones.
SOS… Iglesias vacías
grito de júbilo de algunos poetas,
dime tú que vas a la Iglesia
¿no notas la savia nueva?
¿Hasta cuando, Señor, hasta cuando?
Lamento angustioso de tu pueblo vencido,
Dime tú, de Dios convencido
¿no notas el tocón florido?
Tiempos negros, difíciles, sin sentido,
victoria aparente de la Bestia,
dime tú, hombre desesperado
¿no notas el árbol crecido?
Joseph Ratzinger, encuentra de manera accidental, un texto de Gandhi que lo aplica a la liturgia:
«Gandhi reconoce los tres espacios vitales del cosmos y cómo cada uno de estos espacios vitales tienen también su propio modo de ser. En el mar viven los peces y callan. Los animales de la tierra gritan; pero las aves, cuyo espacio vital es el cielo, cantan. Lo propio del mar es el silencio; lo propio de la tierra, el grito; y lo propio de los cielos, el canto. Pero el hombre participa de las tres cosas: lleva consigo la profundidad del mar, el peso de la tierra, y la altura del cielo, y por eso le pertenecen las tres propiedades: el callar, el grito y el canto. Hoy... - añade Ratzinger - vemos cómo al hombre, privado de la trascendencia, le queda sólo el grito, porque sólo quiere ser tierra e intenta convertir el cielo y la profundidad del mar en tierra suya. La liturgia rectamente entendida, la liturgia de la comunión de los santos, devuelve la integridad al hombre. Le enseña de nuevo a callar y a cantar abriéndole la profundidad del mar y enseñándole a volar, que es el modo de ser del ángel; al elevar su corazón, hace resonar de nuevo en él el canto sepultado. Y podemos afirmar ahora incluso, a la inversa, que la liturgia bien entendida se reconoce porque nos libra de un obrar genérico y nos devuelve la profundidad y la altura, el silencio y el canto. La liturgia bien entendida se reconoce en que es cósmica, no hecha a medida para un grupo. Canta con los ángeles. Calla con la profundad del expectante universo. Y así redime a la tierra» (Ratzinger J., 2012,Cuarenta años de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia. Retrospectiva y prospectiva, en Obras Completas XI, Teología de la liturgia. Madrid. pp. 408-409).
Volvamos a mi pequeña mariposa. Son tres estrofas y cada una consta de dos partes. Una parte que analiza la realidad que nos envuelve y la segunda un deseo, una esperanza. Cuando lo escribí era un grito, un grito angustioso, era el animal de la tierra que no callaba ni cantaba, porque no entendía a ese Dios escondido, por mi fe nublada que me impedía verlo y por mi mente racionalista inculcada desde la niñez.
Hoy quiero que sea un canto de alabanza al Dios Amor, y a la vez un canto de súplica por todos los niños desamparados, por las mujeres a las que le han arrebatado su dignidad, por las manos erguidas en el agua que mueren con la utopía de un mundo mejor; quiero que sea una súplica por todos aquellos que no suplican, pero sobre todo le pido coraje para que los cristianos seamos cristianos sin complejos. Soy mar, tierra y cielo y callo, grito y canto, y expreso mis sentimientos en una esperanza viva al Dios Misericordioso.
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