Etica en la edad Moderna

En el Renacimiento se cambia la perspectiva y comienza el proceso de secularización dejando de ser Dios el centro del Uni­verso para desplazarlo hacia el Hombre.

Descartes pone el fin de la moralidad en la impasibilidad del saber estoico. La moralidad no existe para la máquina que es el cuerpo, sino para el espíritu (el yo, la conciencia) y por lo tanto, debemos estimar altamente la libertad del espíritu frente a todas las sugestiones o halagos de la sensualidad. En Tratado del hombre, edic G.Quintas (1980:): "Finalmente, cuando esta máquina posea un alma racional, estará localizada en el cerebro y su función será comparable a la del fontanero, que debe permane­cer ante los registros donde se reúnen todos los tubos de estas máquinas, si desea provocar, impedir o modificar en cierto modo sus movimientos."

Spinoza afirma en Ethica que todas las perversiones morales proceden de las pasiones irrefrenadas. El que quiera llevar una vida moral, tiene que dominar las pasiones y el único camino es mejorar el conocimiento.

Hume sostiene que la Moral no es objeto de conocimiento racio­nal, sino que su ámbito propio y especifico es el sentimien­to. En Tratado de la Naturaleza Humana, edic. F.Duque (1977)...”el mérito y demérito de las acciones contradice frecuen­temente y a veces domina nuestras inclinaciones naturales. Pero la razón no tiene esa influencia. Luego es totalmente inactiva, por lo que nunca puede ser origen de un principio tan activo como lo es la conciencia o sentimiento moral."­
El sentimiento era definido como un sentimiento especial de placer o de dolor, que surgía en nosotros frente al hecho observa­do. Mantiene que la obligación moral surge como una obligació­n interesada, ya que el hombre alcanzará mejor su propia felicidad y bienestar siguiendo las pautas de conductas morales.

Rousseau rompe con esta concepción considerando las reglas de moralidad nacidas con la sociedad y productos de un contrato social. En la cuarta parte del Emile, bajo el título "Confesiones del vicario de Saboya", explícita sus ideas sobre religión y moral, al explicar el proceso de educación de Emilio desde los 15 años hasta el matrimonio, etapa donde se despiertan las pasiones, y por consiguiente, etapa donde debe formarse moralmente al hombre.

Kant considera que el hombre se siente responsable de sus actos y tiene conciencia del deber, siendo el referente el propio hombre. Crea una moral formal y autónoma. En Crítica de la razón práctica, escrito en 1788, donde desarrolla la teoría moral, no puso nunca en tela de juicio el hecho de la ley moral, por lo que la cuestión de esta crítica es solamente cómo pueda plantear­se científicamente la ley moral.
Condiciones que pone para una norma moral científicamente aceptable:
1º Ley racio­nal autónoma
2º Pura ley formal.
3º Imperativo categórico: La ley moral manda categóricamente, es decir, absolutamente.
4º Intención interna: Es pura intención.
5º El deber: Sólo obra mo­ralmente el que obra por deber
6º Dignidad del hombre. Kant pone la moralidad muy por encima de la ciencia. El hombre sólo tiene dignidad porque puede participar en la moralidad, y tiene tanta dignidad como morali­dad. Es, por tanto, inmoral emplear a los hombres como meros medios para nuestros fines.
En Crítica de la razón practica, edic P.Ribas (1978) escribe: "Si alguien pudiera desligarse de todo interés y limitarse a considerar las afirma­ciones de la razón independientemente de sus consecuencias, aten­diendo sólo al contenido de los fundamentos de tales afirmacio­nes, ese alguien se encontraría suponiendo que no viese otra salida al compromiso que la de adherirse a una de las dos posi­cio­nes en litigio en un estado de permanente vacilación. Hoy estaría convencido de que la voluntad humana es libre; mañana, al contemplar la indisoluble cadena de la naturaleza, sostendría que la libertad es un puro autoengaño, que todo es simple natura­leza. Ahora bien, cuando se trata de actuar prácticamente, desapa­recería semejante juego de la mera razón especulativa como desa­parecen las sombras del sueño: el individuo elegiría sus princi­pios teniendo sólo en cuenta su interés práctico."
Este texto pone de manifiesto que si el conflicto entre necesidad y libertad fuera planteado con independencia total de todo interés, no podría resolverse, y la única postura no dogmática sería la vacila­ción. El interés práctico demuestra que la voluntad depende de principios de la razón en sí misma y el juego de la mera razón especulativa desaparece por esa autonomía de la práctica.

Durkheim nos presenta una concepción sociomoral, y dice que enseñar moral no es predicarla ni inculcarla, sino explicar, dar razones para que determinen la moralidad.

El pragmatismo, Peirce, James y Dewey, consideran una conducta estéticamente buena aquella que promueve la mayor felicidad del mayor número de perso­nas.

Nietzsche, en su libro Sobre la genealogía de la moral, explica que al principio se llamó bueno o noble, lo que hacían los nobles: dominar, castigar, y matar; y se denominó malo o sencillo, lo que tenía que hacer el pueblo sencillo: obedecer, arrepen­tirse y amar. Pero como el populacho estaba en mayoría, se vino a una fatal perversión: La plebe declaró su" moral de esclavos" buena y la "moral de los señores" mala. En Así habló Zaratrusta, la nueva moral es aquella que no conoce el bien ni el mal. Para ella es bueno todo lo que aprovecha, malo todo lo que daña. En el capítulo III " De las tablas viejas y nuevas", en el párrafo 29 se lee: "Esta nueva tabla, oh hermanos míos, coloco yo sobre vosotros: ¡haceos duros¡" Este mensaje lo da para combatir el reblandecimiento que entraña la moral de la compasión, la humildad y el sacrifico.

El marxismo defiende que la moral es una superestructura ideológica, y por tanto, cumple una acción social que es la de sancionar las condiciones y relaciones existentes de acuerdo con la clase dominante.

Sartre, en su filosofía de la libertad absoluta, niega la verdad objetiva. No conoce más que una verdad de época, con­sistente en que nuestros juicios corresponden a la eventual moda del tiempo. Si cambia la moda, nuestros juicios se tornan falsos. Por lo tanto, no existe una norma objetiva por la que hubiera de orientarse nuestro quehacer. El único valor absoluto es nuestra libertad. Para él no hay moral.

Como conclusión a este apartado podemos afirma con Escámez (1987) al presentar la perspectiva histórica de la educación moral, concluye”: ... la educación para una conducta moral ha sido un tema central en el pensamiento educativo; la postura predominante en el mundo greco-medieval, es que existe una ley moral universal, puede ser conocida y enseñada, y sirve de criterio como norma de conducta a los hombres para alcanzar la perfección personal y/o social y con ello la felicidad. La revisión efectuada a partir del renacimiento afecta al origen de la moralidad, al pacto social, y a la posibilidad de su conoci­miento racional; la necesidad de la educación moral es propugna­da, con fuerza, por aquéllos que defienden una concepción sociomoral del hombre y aún por los seguidores, más o menos próximos, a Hume, aunque postulan un cultivo de los sentimientos y no un aprendizaje racional. Sin embargo, las revisiones de Rousseau, por un lado, y de Hume, por otro, han derivado en una especie de substrato cultural que afecta a gran parte de la investigación ac­tual."



Al realizar este breve repaso por las concepciones de la moral de estos autores, se puede concluir que ha sido uno de los objetivos fundamentales de todos los pensadores ya que el quehacer humano, los principios que rigen su conducta, su finalidad en los comportamientos forman parte esencial del hombre. La educación es formación integral del hombre, de todas sus facetas, y por tanto la educación cívico-moral debe estar pre­sente en toda educación y esta breve perspectiva histórica confirma la preocupación moral desde que el hombre existe.

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