"Falta de Tiempo"

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Estefanía Davila Martín,RÁPIDO A NINGUNA PARTE. CONSIDERACIONES EN TORNO A LA ACELERACIÓN DEL TIEMPO SOCIAL

Acta Sociológica 69, (2016) 51–75 Explica la autora que es la paradoja que parece derivarse de nuestras trayectorias temporales en la modernidad tardía, de acuerdo con algunas de las teorías de la aceleración social, y de modo distintivo en la de Hartmut Rosa.(Rosa, Hartmut (2011), “Aceleración social: consecuencias éticas y políticas de una sociedad de alta velocidad desincronizada”, en Persona y Sociedad, vol. XXV, núm. 1, pp. 9-49).
Sus análisis nos enfrentan a un doble diagnóstico de la modernidad, que muestra su rostro bifronte como el de Jano: por una parte, la aceleración del tiempo parece una constante histórica desde mediados del siglo XVIII, mientras que por otra, este mismo aumento de la velocidad nos ha conducido a una especie de inmovilidad en la que nos encontramos atrapados entre la urgencia y la falta de horizontes de nuestro presente, desvinculado tanto de la autoridad del pasado (premoderno) como de la confianza en el futuro (propia de la primera modernidad). ¿Estamos ante las dos caras del mismo fenómeno? ¿Conduce la aceleración descontrolada a una pérdida de la jerarquía que imposibilita el proyecto emancipatorio de la modernidad?


Escribe:

Entre los pensadores que con más radicalidad han afrontado el problema del (nuestro) tiempo, se encuentran Nietzsche y Heidegger.

Rosa recupera la palabra visionaria del primero, que intuyó en el desarrollo de la modernidad el germen de la decadencia, caracterizando la cultura como un hacer añicos y un desintegrar de forma irreflexiva todos los fundamentos, su disolución en un devenir permanente que recuerda a una araña deshilando el entramado del mundo.(Rosa Hartmut Accéleration. Une critique sociale du temps, La Découverte, París, p. 55).

Heidegger, por su parte, es un traductor eminente de la quiebra temporal contemporánea de la emergencia del hombre moderno y de la pérdida de referentes tradicionales por una incertidumbre radical sobre el sentido del tiempo.
“Ser moderno” significa habitar en un tiempo doblemente carencial, “el tiempo de los dioses que han huido y del dios que vendrá”; en un mundo en el que, como escribió Marx, todo lo estable se desvanece en el aire. Bajo la influencia de ambos, Rosa introduce una sospecha en el par modernidadaceleración para pensar los tiempos de crisis y las crisis del tiempo.( Cita extraída de Heidegger, Martin (1992), “Hölderlin y la esencia de la poesía”, en Arte y Poesía, F.C.E., Buenos Aires. Contrastar con la reflexión crítica de Celso Sánchez (1996), “Recursividad, ambivalencia y creatividad social)


Heidegger escribió que la filosofía, por su propia esencia, no puede progresar, sino que más bien consiste en pensar siempre lo mismo, en señalar su paso por un lugar para volver a él, retomándolo. Hay que evitar los peligros de creer que podremos ir más allá de este lugar, superándolo, dejándolo atrás. Éste es un error que persigue al pensamiento como su propia sombra. De ahí que en las siguientes páginas no se pretenderá un estudio exhaustivo sino más bien un rodeo, deteniéndose en el lugar que ocupa la reflexión en la historia del pensamiento, y recogiendo algunas de las principales aportaciones al tema que desde la teoría sociológica puedan resultar sugerentes para abrir alguna puerta (o puente) en su comprensión.


Es bastante grave que ahora ya no se puede aprender para toda la vida. Nuestros antepasados se atuvieron a la instrucción que recibieron en su juventud; pero nosotros tenemos que aprender todo de nuevo si no queremos quedarnos totalmente obsoletos.

El tiempo, en palabras de Luhmann, se puede definir como “la interpretación de la realidad con respecto a la diferencia entre el pasado y el futuro”. Niklas Luhmann El futuro no puede empezar: estructuras temporales en la sociedad moderna Tiempo y sociedad, Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid (1992), pp. 161–182


Desde la perspectiva heideggeriana, los fenómenos de la aceleración (urgencia, precipitación y falta de tiempo) y sus experiencias correspondientes (el vacío, el ennui o el tedio) son consecuencia de la fijación moderna sobre el “tiempo inauténtico” del presente como huida ante la certeza de un porvenir temporalmente incierto, es decir, la certeza de la propia muerte. (Rosa Hertmut)

Occidente ha generado multitud de fantasmas que mueven a la acción ocultando el miedo y la angustia existenciales, en una huida hacia delante (el progreso) –o hacia atrás (la melancolía).


De esta forma, situándonos ante la crítica del olvido del ser, que coincide con el olvido del tiempo, Heidegger propone reorientar la búsqueda. Si seguimos indagando qué es el tiempo, hemos de evitar quedar prendidos prematuramente de una respuesta (al estilo: “el tiempo es esto o aquello”), porque el tiempo es el “cómo” y no el “qué”. La aceptación de la contingencia y la finitud del mundo y, en última instancia, de nuestras propias vidas, es lo que hace surgir el proyecto.

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