Educación y desarrollo espiritual

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DIARIO ABC 

29 DE OCTUBRE DE 2018 



  Educación y desarrollo espiritual
  Entre las ciencias que estudian e investigan la dimensión espiritual del ser humano hay que considerar en primer lugar a la antropología.
 La antropología general ha investigado las manifestaciones de la dimensión espiritual, como característica del ser humano, desde los tiempos más primitivos de la humanidad. 

Los humanos siempre se han preguntado el por qué y el qué de la existencia de ciertos hechos y ciertas realidades que superaron sus posibilidades de comprensión y han buscado interpretaciones que le han conducido a aceptar y vivir lo trascendente respetando y hurgando el sentido en el misterio.
Ese bucear en la trascendencia, más allá de lo sensible, lo tangible y racionalmente demostrable es el ámbito de la dimensión o capacidad espiritual del ser humano. 

Como nos han hecho ver Ken Wilber en “El espectro de la conciencia” y “Los tres ojos del conocimiento” o John Ecclés (premio Nobel) en “El despertar de la conciencia” o Pedro Laín Entralgo” en su antropología “Qué es el hombre, los antropólogos en general y sobre todo los especialistas de la antropología cultural, la antropología filosófica, la antropología teológica, la antropología religiosa y la antropología integral.
La antropología lo dice: Todo ser humano tiene dimensión o capacidad de vivir lo espiritual y esta capacidad es esencial y constituyente del ser humano como tal. Toda educación humana incluye la educación de todo el ser humano, por tanto, también la educación y desarrollo de la dimensión o capacidad espiritual. Prescindir del desarrollo y educación de esta capacidad es traicionar a los educandos al privarles del servicio educativo para el desarrollo de una capacidad, que es esencial y característica del ser humano. Quienes siguen confundiendo espiritual con lo religioso están equivocados. Las religiones desarrollan normalmente, no siempre, la espiritualidad, pero la dimensión espiritual, la capacidad espiritual existe en toda persona tenga o no tenga religión.
Omitir en la educación familiar y en la educación escolarizada el desarrollo y la educación espiritual es un incumplimiento de lo que la Constitución Nacional dice cuando al definir la educación la que nos comprometemos todos los ciudadanos con la Carta Magna, se afirma claramente que en nuestro Estado para toda la nación la educación “es integral”. Es decir, que se compromete a educar a todo el ser, a toda la persona.
Los ciudadanos organizados en asociaciones familiares o en asociaciones de padres y madres de alumnos de escuelas y colegios y personalmente todo ciudadano que lo desee tienen derecho a urgir al Ministerio de Educación y Ciencias que organice los diseños curriculares y el sistema educativo para que se satisfaga el derecho de todos los educandos y el imperativo de la Constitución Nacional.
El compromiso y ajuste académico en la educación formal, lleva consigo la previsión de las estrategias pedagógicas, tanto más cuanto que lo espiritual trasciende a todo, que puede ser visto con “el ojo del espíritu”. Eso significaría que, por su naturaleza, la educación y desarrollo de la dimensión espiritual amerita un tratamiento interdisciplinar. Con un ejemplo es fácil entender lo que significa esta estrategia pedagógica, basta evocar lo que algunas instituciones escolares han iniciado ya al trabajar sobre la “interioridad” o más claro si aludimos a lo que algunas instituciones trabajan sobre la “inteligencia espiritual”. No se trata de unas asignaturas más, sino de unos recursos pedagógicos aplicables a todas las asignaturas.
La educación y desarrollo de la dimensión espiritual es un desafío de toda la sociedad. Como dice la Constitución Nacional, “La educación es responsabilidad de la sociedad”, por eso la inclusión de esta educación espiritual requiere además la puesta en marcha de la estrategia política y social. Si la sociedad no acompaña, no educa, no apoya lo que se hace en las instituciones y en la familia, los políticos no estarán tan abiertos a buscar financiación o una estratégica legislación para promoverla y protegerla.
La estrategia básica y la clave está en la formación específica de los educadores profesionales para que realicen su misión con plena satisfacción, de manera que su capacitación no sea una lluvia de información sobre lo que es la educación espiritual, sino que ellos mismos puedan experimentar el valor de su crecimiento humano integral.
jmonterotirado@gmail.com

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