Aproximación empírica al constructo inteligencia espiritual

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Rodrigo Arias y Viviana Lemos, Una aproximación teórica y empírica al constructo de inteligencia espiritual, en Enfoques vol.27 no.1 Libertador San Martín jun. 2015
Copiado literalmente:


Aproximación empírica al constructo inteligencia espiritual 

Definición teórica de las dimensiones que abarcarían el constructo inteligencia espiritual 


Como resultado de la revisión bibliográfica, se arribó a la definición teórica de seis aspectos o facetas, que estarían involucrados en cada una de las tres dimensiones del constructo. A continuación se presenta una síntesis del panorama obtenido en dicho proceso. 





Dimensión cognitiva (“conocimiento espiritual”): 


Razonamiento moral: Capacidad de adoptar principios éticos personales a partir del razonamiento y la reflexión sobre los grandes principios universales de justicia (razonamiento moral posconvencional o de principios, según Kohlberg). Estos principios se establecen por la reflexiones del individuo y pueden contradecir los principios egocéntricos (razonamiento moral egocéntrico) o legales (razonamiento moral convencional). Esta capacidad habilitaría al individuo espiritualmente inteligente a construir un sistema de valores para orientar su vida (sistema axiológico).



Práctica de la meditación: Dedicación regular a la reflexión sobre textos espirituales de reconocido valor universal en procura de sabiduría para el diario vivir. Integración (o asimilación) del objeto de meditación a un nivel profundo de conciencia. Esta actividad sería clave para nutrir la faceta anterior.

Búsqueda de sentido: Capacidad de hacerse preguntas existenciales y de hallar o elaborar respuestas para las mismas. Incluiría también la búsqueda y hallazgo de la vocación o misión en la vida.

Autoconocimiento: Conciencia de la propia realidad psíquica y existencial, la cual se logra mediante el proceso reflexivo de la introspección. Clara percepción de las características de la propia personalidad y de la variación de los estados de ánimo.

Autotrascendencia: Capacidad de mirar más allá de uno mismo, de salir de los límites del ego y abrirse a una realidad más amplia, reconociendo a los otros (prójimo) y al Otro (Ser Superior). Toma de conciencia de la finitud propia y de la infinitud de la realidad más amplia o universal.

Actitud frente al dolor: Capacidad de aceptar el sufrimiento y sobreponerse a los sentimientos depresivos que provoca, mediante una elaboración cognitiva que permita asumir el dolor con paz y esperanza. Implicaría también la consideración del sufrimiento como una oportunidad para el crecimiento espiritual. 



Dimensión afectiva (“vivencia espiritual”): 


Entusiasmo: Motivación para vivir plenamente cada momento, ya sea de acción o descanso. Intensificación de la fuerza de voluntad y del apasionamiento. Sería el aspecto afectivo de la experiencia de encontrar el sentido de la vida (ver en dimensión cognitiva: búsqueda de sentido).



Sensibilidad por el arte (o sensibilidad estética): Capacidad para gozar de lo sublime y de lo bello que contiene el arte o cualquier manifestación cultural que integre belleza en su ser. También implica el goce por la contemplación de la naturaleza. En consecuencia hay un desagrado por las manifestaciones culturales triviales o chabacanas.

Admiración por lo misterioso: Reconocimiento de aspectos de la realidad que escapan a la explicación puramente racional. Experiencia emocional intensa de asombro y respeto al captarlos.

Empatía: Capacidad de internarse emocionalmente en el mundo del otro. Sería un aspecto afectivo de la experiencia de autotrascendencia (dimensión cognitiva). Esta vivencia capacitaría al individuo espiritualmente inteligente para establecer vínculos afectivos auténticos y profundos.

Paz interior: Estado interno de tranquilidad, confianza y esperanza que permite gozar de estabilidad emocional. Resultante de considerar cada circunstancia en el marco amplio de la mirada trascendente de la realidad (por lo tanto, sería otro aspecto afectivo de la autotrascendencia).

Felicidad: Capacidad de experimentar gozo profundo por el momento actual, prescindiendo de los estímulos exteriores. Implica especialmente la capacidad de ser agradecido


Dimensión conductual (“contingencia”): 


Control de los impulsos: Capacidad de dominar la reacción instantánea a los instintos o a los estímulos externos. Capacidad de reflexión en tales instancias que permite dar respuestas coherentes a los valores personales y el propio proyecto existencial.



Sobriedad, sencillez: Estilo de vida libre de la cultura consumista y de la ansiedad de poseer cosas. Capacidad de disfrutar y ser feliz con lo realmente necesario para vivir.

Manejo del ocio: Capacidad de utilizar el tiempo libre para la renovación del ser, disfrutando de experiencias gratificantes que promuevan el bienestar. Implicaría, por lo tanto, poder controlar los impulsos que, en la distensión producida por el tiempo libre, podrían conducir a prácticas degradantes.

Cuidado de la salud: Conductas de autocuidado (hábitos saludables) en armonía con las leyes de la salud, resultantes de considerar la vida como un don sagrado. Valoración del cuidado del cuerpo como importante para el desarrollo espiritual.

Estoicismo o resistencia física: Capacidad física que permite ponerse en acción de una manera intensa para luchar por los ideales personales. Puede llevar a mover los propios límites de resistencia física para alcanzar lo que se considera valioso. También implica el efecto positivo de la actividad física sobre la espiritualidad.

Ejercicio de la solidaridad: Manifestación conductual de la autotrascendencia (cognitivo) y de la empatía (afectivo). Por lo tanto, al despegarse del yo, las motivaciones para las acciones solidarias no serán egoístas, sino centradas en el otro.

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