Claves de la espiritualidad franciscana

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1.1. La búsqueda personal del Absoluto
“¿Quién eres tú, Dios, y quién soy yo?”. Francisco fue un hombre de búsquedas y preguntas que le llevaron al encuentro y la relación personal con Dios. “Señor, ¿qué quieres que yo haga?”. En este proceso de preguntas y búsquedas va intuyendo que su camino es ser seguidor de Jesús y de su Palabra evangélica. 
La espiritualidad franciscana implica una voluntad de relación incesante y personalizada con Dios y de seguimiento de la vida de Jesús mediante la escucha y lectura de su Palabra.
1.2. La humildad
La humildad en la vida de Francisco se plasma en diferentes movimientos: humildad ante Dios, pobreza espiritual; humildad ante uno mismo para conocerse verdaderamente; y humildad con los otros: minoridad como comunión de vida. Renuncia, en definitiva, a toda pretensión de poder espiritual o material. 
La espiritualidad franciscana es interpelación que nos invita a afrontar la vida y nuestras dificultades y posibilidades desde un profundo sentido de la humildad, es decir, desde la conciencia de nuestra verdadera limitación. Nos invita a ser pobres, conscientes de nuestra verdad y menores como itinerario de autenticidad espiritual, personal, vital y convivencial.
1.3. La solidaridad
Francisco encuentra en Dios el sumo bien. Tanto amor no se puede esconder. Es para agradecerlo y compartirlo. El regalo de Dios se convierte en empeño a favor de los otros, nos hace ser mensajeros de la paz y el bien. Poder anunciar a cada hombre y a cada mujer que “Tú también eres amado por Dios” y no sólo decírselo, sino plasmar con nuestro comportamiento una solidaridad humana que le permita comprobarlo. 
La espiritualidad franciscana en la vida concreta de cada persona es vivencia agradecida y humilde de entrega, compromiso, generosidad y altruismo con los otros, especialmente con los últimos. El franciscanismo es expresión de los resortes ocultos en los que anida la bondad de cada hombre y cada mujer, y es anuncio de la paz y el bien que Dios nos ofrece.
1.4. La fraternidad
Vivir la fraternidad es una clave central en el itinerario de Francisco de Asís. Fraternidad en la propia orden: “ninguno tenga potestad o dominio sobre los demás”; fraternidad con la iglesia, para vivir la comunión eclesial; y fraternidad universal: la creación, los seres humanos, el mundo, la naturaleza, las dificultades, la alegría… todo se vuelve fraternidad. Buscando a Dios se encuentra con un nuevo corazón. Aprende a mirar todo con los ojos y la mirada de Jesús. 
La espiritualidad franciscana es una vocación de apertura a esa nueva mirada fraterna y no violenta con la dignidad humana de cada persona y con todo lo que nos rodea.

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