Santa Juliana
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Santa Juliana (o Santa Illana, Patrona de Santillana del Mar)
Estas jóvenes llenas de fortaleza y audacia como Juliana y en el naciente cristianismo hay muchas, fueron mujeres de cuerpo entero y sin duda las más auténticas y creíbles defensoras de la dignidad de la mujer y excelentes embajadoras también del mejor feminismo
| Francisca Abad Martín
La historia de esta santa comienza siendo emperador de Roma Dicleciano, tristemente recordado porque durante su reinado tuvo lugar una de las más feroces persecuciones a los cristianos que duraría diez años, con un sin número de mártires y también de apóstatas, según nos cuenta Eusebio.
En realidad, la persecución no fue iniciativa de Diocleciano, que siempre pensó que la masacre de los cristianos no era beneficiosa para el Imperio, por aquello de que la sangre de los mártires era semilla de cristianos, pero tuvo que claudicar ante las pretensiones de Galerio, general victorioso que había obtenido la victoria sobre germanos y partos.
El caso es que en medio de esta turbulencia se vio envuelta Juliana con el agravante de que la situación familiar tampoco le eran favorables
Esta bella y joven cristiana había nacido a finales del siglo III en Nicomedia (en la actual Turquía), donde estaba la corte del emperador Diocleciano, en el seno de una familia distinguida perteneciente al Senado, de padre pagano, perseguidor de los cristianos y su madre agnóstica de nombre Illana. Llegado el momento Juliana se hizo bautizar en secreto y renunció al matrimonio para entregarse totalmente a Cristo.
El apuesto senador Eleusio quiso casarse con ella y su padre concertó el matrimonio, comprometiendo en ello su honorabilidad, pero Juliana o Illana puso la condición de que no le aceptaría hasta que llegara a ser juez y prefecto de la ciudad, pensando que de este modo retrasaría la boda. El joven lo logró, pero entonces ella le puso otra condición, que no le aceptaría hasta que se hiciera cristiano. Ante esto, su padre dijo que prefería verla muerta antes que cristiana.
Ante esta negativa por parte de la joven fue encarcelada y sometida a tortura. Finalmente, con 18 años, fue decapitada el 16 de febrero del año 304. Según las Actas de su martirio habría sido torturada cruelmente derramando plomo derretido sobre su cuerpo, como puede verse en una pintura anónima perteneciente al siglo XVII. Estando en la cárcel recibe la visita de un ser luminoso, quien en tono complaciente trata de disuadirla para que cambie de actitud y se someta a las exigencias del Imperio; pudiendo así disfrutar de una prometedora libertad y de los goces del matrimonio. Sin que por ello se sintiera ofendido Dios, que comprendería su situación y en cualquier caso la perdonaría fácilmente, pero Juliana aunque era joven no se las daban con queso y pronto se dio cuenta del engaño, descubriendo a este falso emisario y no solo se puso en guardia sino que con las propias cadenas que la aprisionaban trató de estrangular a quien no era otro sino el diablo que había venido a embaucarla, que una vez desenmascarado tomó la forma de un monstruo y es así como a veces se la representa, humillando a la bestia que tiene bajo sus pies.
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