San Pedro de Rabat: cien años de una catedral para 30.000 fieles

 

San Pedro de Rabat: cien años de una catedral para 30.000 fieles

El arzobispo Cristóbal López Romero explica que en esta "minoría absoluta" casi todos son universitarios subsaharianos | Él y el resto de sacerdotes en el país magrebí no pueden difundir de palabra el cristianismo, ni animar a leer sus escritos fuera de su comunidad

Estudiantes, 'expats' y migrantes

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EFE

Son precisamente esos subsaharianos, estudiantes universitarios sobre todo, los que conforman la mayor parte de su comunidad católica, una "minoría absoluta", bromea el arzobispo, en un país confesional donde la conversión de los musulmanes está prohibida.

En Marruecos, explica, hay unos 30.000 cristianos, una cifra que hay que coger "con pinzas" porque no hay censos. Casi todos son subsaharianos, pero también hay "expatriados" trabajando en el país, sobre todo franceses y españoles, y mujeres cristianas casadas con marroquíes, las llamadas "parejas mixtas". "Somos de más de 100 nacionalidades diferentes de los cinco continentes".

Los feligreses "flotantes" son los turistas -algunos permanecen meses en Marruecos- y los migrantes que cada día acuden al templo. Ante este fenómeno -que no problema, corrige a la entrevistadora-, para el arzobispo la solución no es "blindarse", sino "cambiar el mundo", porque "mientras las leyes económicas sigan siendo las que son, va a seguir habiendo migraciones".

La Catedral de San Pedro de Rabat, un templo blanco de arquitectura vanguardista con líneas sencillas y cuadradas, se erige en el corazón de la ciudad, cerca de su estación central. Tiene delante una pequeña plaza, por la que pasan dos líneas del tranvía que transformó a la ciudad.

Se inauguró el 17 de noviembre 1921, durante el Protectorado francés, cuando, recuerda López Romero, se levantaron decenas de templos en Marruecos. "Entonces no era catedral porque no había obispo. Fue dos años después, cuando se creó el Vicariato Apostólico de Rabat, cuando la iglesia más grande, mejor situada, se convirtió en catedral".

"Nuestro objetivo aquí no es captar más clientes"

Hoy en día, de todas las iglesias que edificaron los franceses en Marruecos solo perviven una treintena, tres de ellas en Rabat: San Pedro, San Francisco de Asís (que oficia misas en español e inglés) y Pío X.

"Nuestra iglesia es insignificante, porque es minúscula, pequeña, diminuta, pero es significativa. Porque tenemos un mensaje que comunicar, algo que decir a este país y al mundo entero", explica e Efe sentado en un templo vacío que celebra misa todos los días, pero solo el domingo en su altar mayor. Ese día, afirma, "se llena" con centenares de personas.

Siguen funcionando en un país cuyos habitantes, musulmanes en un 99 %, no pueden convertirse a otras religiones. "Algunos me dicen: 'En Marruecos no se puede evangelizar'. Y yo doy un puñetazo sobre la mesa y digo: '¿Cómo que no? Si no se pudiese, no estaríamos aquí'".

Su objetivo en Marruecos, reconoce el arzobispo, no es "captar más clientes", pero sí dar ejemplo y trabajar por un mundo "de paz, de justicia, de libertad, de verdad". "Eso es lo que queremos que crezca y eso lo hacemos no solo los cristianos, sino también los musulmanes".

Él y el resto de sacerdotes en el país magrebí no pueden difundir de palabra el cristianismo, ni animar a leer sus escritos fuera de su comunidad: "Nosotros llevamos el evangelio, pero no debajo del brazo, sino como un testimonio de vida".

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